RUBEN POZO
21:00h. ENTRADA: 25 euros. Anticipadas: 20 euros.
Tras el anuncio de Pereza de un amistoso periodo de descanso en sus actividades, a finales del 2011 Rubén Pozo comienza a ensayar con una nueva banda formada por solventes músicos de su círculo del barrio -Alvin (bajo), Jose “Jou” (guitarra) y Datz (batería)-, en aras de preparar el lanzamiento de lo que será su primer disco en solitario. Esta primavera de 2012 saldrá a la calle, con la consecuente vuelta a la carretera y los escenarios, el debut de este hombre del rock.
Un disco sin trucos ni trampas, sin efectos raros. Un trabajo de canciones honestas que todo lo dicen usando la incontestable formula de guitarras-bajo-batería (y, alguna vez, teclado). Si algún calificativo cabe apuntar es que se trata de un debut natural y auténtico. Un disco a la cara, sin amaños. Así ha concebido su creador este cúmulo de temas que conforman el diario de a bordo de estos últimos dos años, un ejercicio de pop-rock sin rimbombancia, ajeno a posturas forzadas, mejor dicho, un disco de canciones… así es Lo que más, la primera entrega en solitario de Rubén Pozo.
Amante de sonidos clásicos (Bowie, Dylan o los Stones), Rubén Pozo es conocido por ser la mitad de Pereza, aunque muchos otros también lo recordarán por su pasado en el seminal combo madrileño Buenas Noches Rose. Un hombre que ha conocido las mieles de todo en el panorama de rock en español. Ahora, por fin, este su primer disco al frente de banda propia. Lo aprendido en años anteriores le sirve a Rubén para mostrar con especial sensibilidad y muy delicado tacto un puñado de canciones cotidianas y reflexivas, composiciones infectadas de acordes mágicos que arañan sin piedad con uñas de terciopelo. Lo que más posee emoción en cada uno de sus temas, desnuda sinceridad en cada una de sus estrofas.
El disco se abre con un visceral ejercicio rock and roll, “Nombre de canción”, un trallazo sustentado por un brillante riff donde Rubén canta hasta desgañitarse en las estrofas, señalando desde su letra a una persona cercana. Sigue el disco con un toque de glam rock en castellano por la vía de su queridísimo Marc Bolan, “Pegatina”, un corte divertido que escapa de la tristeza y la introspección para vestirse sexy y, sobre todo, vacilón, que desemboca en un irresistible estribillo.
“Rucu rucu” es una reflexión que Rubén hace sobre su propia manera de ser, un medio tiempo electro acústico que nos recuerda a, por ejemplo, los ambientes que usaba esa súper banda llamada Traveling Wilburys, atmósferas guitarreras, eléctricas y acústicas, arreglos que sobrevuelan todo el tema dotándolo de una placidez extrema. “Las horas muertas” se sostiene sobre dos acordes, se trata de una atmosférica disertación sobre la soledad donde, como es habitual, Rubén saca punta a su ironía a la hora de escribir letras. “Chavalita” es una envolvente canción con un texto gráfico que nos trae hasta la mente al chulesco Springsteen de los setenta, ese que cantaba sus vivencias más personales entre un piano y una guitarra.
“San Valentín” es la principal ración de pop del disco, donde, como es marca de la casa, Rubén se desnuda sobre una letra personal e intransferible, dejándose llevar por las pasiones del corazón y olvidando por completo la razón, la reafirmación de esa fórmula que tan mágicos momentos le ha dado en Pereza. Con “Invierno” Rubén nos sumerge en la rutina menos agradable, en los momentos en que uno necesita agarrarse a algo o alguien para escapar del hoyo, pero no hay dónde hacerlo y todo estalla, trágicamente bello, sobrecogedor, una canción orgánica y áspera que baila entre lo acústico y lo eléctrico, recordando, por momentos, a un joven Leonard Cohen.
“Ozono” es un precioso dúo con Sara Iñiguez (Rubia), una canción pulida y llena de incertidumbre que, arrancando desde lo acústico, culmina con el paroxismo eléctrico de su final, otro momento preciosista de este trabajo. La pieza más rock del disco es “Como cualquiera”, que curiosamente surgió casi al final de la grabación, de una sola toma, un tema guitarrero y bronco, con un hipnótico riff sobre el que cabalga un solo de guitarra abrasador.
“Nada más” tiene una imponente melodía, unas guitarras cálidas y una imperturbable base rítmica que desemboca en un pegadizo estribillo, una ración generosa de pop español. “Mañana será otro día” es una caricia de apoyo a alguien desconsolado, una canción dulcemente cáustica que nos recomienda tomarse todo con más calma, su templado pulso rítmico y una construcción que va sumando elementos la convierten en otra impagable joya pop. El trabajo finaliza con el tema que da título al disco, “Lo que más”, un tempo tranquilo gobernado por un efecto delay que busca la revancha desde su letra y muestra a la banda al cien por cien.
Producido por Rubén Pozo y Juan de Dios (Amaral, De Luxe) en el estudio de este último en Madrid, la banda que acompaña a Rubén en Lo que más son músicos a los que conoce de toda la vida, vecinos del barrio de La Alameda de Osuna, gente de confianza y sobrado talento a los que Rubén ha reclutado con el fin de hacerles cómplices de este disco debut: Joe Eceiza se encarga de la segunda guitarra, Álvaro Lucini toca el bajo y David Rico es el batería. Además, Juan de Dios se ha ocupado de manejar las teclas en las canciones que lo han requerido. Buscando esa complicidad y frescura, esa inmediatez, el disco se ha grabado casi al completo en directo, interpretando todos a la vez cada uno de los cortes.
Un honesto y deslumbrante primer disco que nos planta ante un artista rebosante de personalidad, valiente guitarrista que sabiamente dosifica sus recursos y letrista capaz de retratar la vida tal y como la ve y la siente, sin interferencias.
21:00h. ENTRADA: 25 euros. Anticipadas: 20 euros.
Tras el anuncio de Pereza de un amistoso periodo de descanso en sus actividades, a finales del 2011 Rubén Pozo comienza a ensayar con una nueva banda formada por solventes músicos de su círculo del barrio -Alvin (bajo), Jose “Jou” (guitarra) y Datz (batería)-, en aras de preparar el lanzamiento de lo que será su primer disco en solitario. Esta primavera de 2012 saldrá a la calle, con la consecuente vuelta a la carretera y los escenarios, el debut de este hombre del rock.
Un disco sin trucos ni trampas, sin efectos raros. Un trabajo de canciones honestas que todo lo dicen usando la incontestable formula de guitarras-bajo-batería (y, alguna vez, teclado). Si algún calificativo cabe apuntar es que se trata de un debut natural y auténtico. Un disco a la cara, sin amaños. Así ha concebido su creador este cúmulo de temas que conforman el diario de a bordo de estos últimos dos años, un ejercicio de pop-rock sin rimbombancia, ajeno a posturas forzadas, mejor dicho, un disco de canciones… así es Lo que más, la primera entrega en solitario de Rubén Pozo.
Amante de sonidos clásicos (Bowie, Dylan o los Stones), Rubén Pozo es conocido por ser la mitad de Pereza, aunque muchos otros también lo recordarán por su pasado en el seminal combo madrileño Buenas Noches Rose. Un hombre que ha conocido las mieles de todo en el panorama de rock en español. Ahora, por fin, este su primer disco al frente de banda propia. Lo aprendido en años anteriores le sirve a Rubén para mostrar con especial sensibilidad y muy delicado tacto un puñado de canciones cotidianas y reflexivas, composiciones infectadas de acordes mágicos que arañan sin piedad con uñas de terciopelo. Lo que más posee emoción en cada uno de sus temas, desnuda sinceridad en cada una de sus estrofas.
El disco se abre con un visceral ejercicio rock and roll, “Nombre de canción”, un trallazo sustentado por un brillante riff donde Rubén canta hasta desgañitarse en las estrofas, señalando desde su letra a una persona cercana. Sigue el disco con un toque de glam rock en castellano por la vía de su queridísimo Marc Bolan, “Pegatina”, un corte divertido que escapa de la tristeza y la introspección para vestirse sexy y, sobre todo, vacilón, que desemboca en un irresistible estribillo.
“Rucu rucu” es una reflexión que Rubén hace sobre su propia manera de ser, un medio tiempo electro acústico que nos recuerda a, por ejemplo, los ambientes que usaba esa súper banda llamada Traveling Wilburys, atmósferas guitarreras, eléctricas y acústicas, arreglos que sobrevuelan todo el tema dotándolo de una placidez extrema. “Las horas muertas” se sostiene sobre dos acordes, se trata de una atmosférica disertación sobre la soledad donde, como es habitual, Rubén saca punta a su ironía a la hora de escribir letras. “Chavalita” es una envolvente canción con un texto gráfico que nos trae hasta la mente al chulesco Springsteen de los setenta, ese que cantaba sus vivencias más personales entre un piano y una guitarra.
“San Valentín” es la principal ración de pop del disco, donde, como es marca de la casa, Rubén se desnuda sobre una letra personal e intransferible, dejándose llevar por las pasiones del corazón y olvidando por completo la razón, la reafirmación de esa fórmula que tan mágicos momentos le ha dado en Pereza. Con “Invierno” Rubén nos sumerge en la rutina menos agradable, en los momentos en que uno necesita agarrarse a algo o alguien para escapar del hoyo, pero no hay dónde hacerlo y todo estalla, trágicamente bello, sobrecogedor, una canción orgánica y áspera que baila entre lo acústico y lo eléctrico, recordando, por momentos, a un joven Leonard Cohen.
“Ozono” es un precioso dúo con Sara Iñiguez (Rubia), una canción pulida y llena de incertidumbre que, arrancando desde lo acústico, culmina con el paroxismo eléctrico de su final, otro momento preciosista de este trabajo. La pieza más rock del disco es “Como cualquiera”, que curiosamente surgió casi al final de la grabación, de una sola toma, un tema guitarrero y bronco, con un hipnótico riff sobre el que cabalga un solo de guitarra abrasador.
“Nada más” tiene una imponente melodía, unas guitarras cálidas y una imperturbable base rítmica que desemboca en un pegadizo estribillo, una ración generosa de pop español. “Mañana será otro día” es una caricia de apoyo a alguien desconsolado, una canción dulcemente cáustica que nos recomienda tomarse todo con más calma, su templado pulso rítmico y una construcción que va sumando elementos la convierten en otra impagable joya pop. El trabajo finaliza con el tema que da título al disco, “Lo que más”, un tempo tranquilo gobernado por un efecto delay que busca la revancha desde su letra y muestra a la banda al cien por cien.
Producido por Rubén Pozo y Juan de Dios (Amaral, De Luxe) en el estudio de este último en Madrid, la banda que acompaña a Rubén en Lo que más son músicos a los que conoce de toda la vida, vecinos del barrio de La Alameda de Osuna, gente de confianza y sobrado talento a los que Rubén ha reclutado con el fin de hacerles cómplices de este disco debut: Joe Eceiza se encarga de la segunda guitarra, Álvaro Lucini toca el bajo y David Rico es el batería. Además, Juan de Dios se ha ocupado de manejar las teclas en las canciones que lo han requerido. Buscando esa complicidad y frescura, esa inmediatez, el disco se ha grabado casi al completo en directo, interpretando todos a la vez cada uno de los cortes.
Un honesto y deslumbrante primer disco que nos planta ante un artista rebosante de personalidad, valiente guitarrista que sabiamente dosifica sus recursos y letrista capaz de retratar la vida tal y como la ve y la siente, sin interferencias.
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