CHICO OCAÑA


22:00h. ENTRADA: 15 euros. Anticipadas: 13.5 euros.
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Estamos ante el segundo episodio del Manual de la vida en poesía que Chico Ocaña viene ofreciéndonos desde que optara por la escritura como vehículo de la sangre.

El secreto de la reputación artística de Chico Ocaña no está en su físico. No lo busquen tampoco en su voz dolorida y maltrecha. Ni en su carácter incierto. Encuéntrenlo a medio camino entre el corazón y el alma. En lo que dice y en cómo lo dice. Sepan, si quieren, que Chico no sabe ni afinar una guitarra. Que jamás usó una grabadora. Sus herramientas de trabajo son el oído y la vista. Su oficina, la calle. Con eso basta.

Con todo, a este "potaje" poético (acompañado de su hilito melódico) había que darle forma musical. Chico podía haber contado con los mejores ‘profesores’ del país, pero llamó para su cocina a cuatro pinches ‘cuasi-nóveles’ de diversa concepción estética e iguales ganas de experimentar. Tres manresanos de origen andaluz y un sevillano con pasaporte catalán.

El resultado tiene denominación de origen. En cuanto a la pluma de Ocaña, es tan apabullante como siempre. Más el sonido y la vestimenta de las canciones (siendo los mismos condimentos) ofrecen en su textura la frescura de esa difícil sencillez tan imposible en "los medios" que corren.

Pensemos que se ha seguido un camino claro en cuyo horizonte aún no se ve esa pancarta que dice "meta". Han sido, en definitiva, tres años de premios, evidencias, acomodamientos y observancia... ¡Tanto se ha meneado esta olla, que el guiso huele que alimenta!

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