The Levitants en Depósito Legal

Para los que fueron adolescentes en los noventa, perdidos en una bruma de ruidoso grunge, arenoso stoner y neopsicodelia espacial, The Levitants, conjunto formado hace apenas dos años por cuatro músicos de veintipocos, tienen ya madera de banda clásica.

Porque lo mismo evocan a unos primitivos Soundgarden -los arranques de “Smell” y “On the Top” bien podría haberlos compuesto un imberbe Kim Thayil- que a unos Monster Magnet de ácido perdidos en un viejo episodio de "La dimensión desconocida".

Entre el Sub Pop mítico y aquellas cósmicas andanadas stoner de Man's Ruin, Gravity For The Masses, con mastodontes como “Uses” o “Alone”, es un sólido artefacto no revivalista (¡ojo!) que hará las delicias del melómano viejoven.
Pero, como decimos, The Levitants no viven de los noventa y han llegado a un sonido actual, personal eintransferible, que flota en sintonía con su generación (sí, esa que cree que Ramones es una marca de camisetas) por un camino transitado por casi contemporáneos suyos como Black Rebel Motorcycle Club o QOSA, entre otros aguerridos defensores de la fe: no hace falta ser sioux para seguirles el rastro en el
certero “Flying to the Moon” o el pegadizo single “Holy Boy”.

Oscuros como brea caliente, también se permiten momentos soleados y optimistas como “Lights & Strokes”, himno generacional instantáneo que, en un mundo ideal, bien les podría abrir las puertas de grandes radios y escenarios. La producción artística de Javier Vielba (Arizona Baby, Corizonas) en estudios Dobro, lejos de acotar, expande el sonido de la banda a terrenos aún más lejanos e inesperados,
que van de ciertos pasajes épicos y desenfrenados a lo Kings of Leon hasta el intimismo descarnado de unos Velvet Underground.