En la historia de la música hay discos que se presentan como imprescindibles para entender mucho más que el universo de sus canciones. Que me parta un rayo (1992) marcó un antes y un después en el panorama nacional e internacional. A través de diez canciones, hoy convertidas en himnos transgeneracionales, Christina Rosenvinge conectó con las mentes y corazones de un público huérfano de referentes femeninos ante la atenta mirada de un sistema cultural eminentemente masculino.
Acompañada por Los Subterráneos, un proyecto de banda abierta, la artista madrileña recorrió escenarios de las principales ciudades latinoamericanas y españolas dejando una huella imborrable en su público, una huella que animó a mujeres de todo el mundo a armarse de una guitarra, ponerse al frente de una banda de rock, y clamar a los cuatro vientos su propia experiencia.
Treinta años después, Rosenvinge recupera el disco con el que irrumpió en el universo hispanoparlante, una oportunidad única para revivir Tu por mí, Voy en un coche, Alguien que cuide de mí o 1000 pedazos, canciones que representan a toda una generación, y a los que las descubrieron después.
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