El Disop

A sus 21 años, El Disop ya se ha ganado un lugar en la historia. El éxito de Jo no sóc polac, la primera manifestación de la cultura hip hop en lengua catalana que, a la semana de su edición, entró en el número 9 de las listas de AFYVE, lo ha colocado en boca de la opinión pública y en primera línea de un género que, sin duda, lo necesita.

Charnego y orgulloso, directo, cercano y sincero, se ha revelado como la alternativa al MC de gestos duros, palabra crítica y maneras de tipos duros que predomina en el sector.

En su álbum de debut, El Disop se estrena como un raper político en canciones que eluden el dogmatismo y el pensamiento unidireccional. El mundo gira alrededor del billete, con Edine Saïd apuntillando a ritmo de R&B a quien dijo aquello de el dinero no hace la felicidad, la célebre Jo no sóc polac, el divertidísimo homenaje a José Antonio de La Loma (Perros Callejeros) o el rabioso track oculto (La Secta), nacen de una urgencia expresiva desbordante.

Pensamiento positivo, malabarismo lingüístico y sentido del humor (Pasan de mí, 2 entre un millón), toda una novedad si tenemos en cuenta el clima oscuro que predomina en la escena nacional. Cajas y bombos retumban en tu barrio (Nu Cru-So Dens/Universal, 99) es un disco de hip hop y, como tal, afronta una de sus principales constantes: la competición. Pero El Disop, cualquier cosa menos un gángster de pacotilla, es diferente hasta en esto, porqué Déjalas que hablen, El destroza palabras, Destreza –su reencuentro con Hust, la otra mitad de Caso Abierto-, Guerra de estilos o La plaga eluden indirectas, amenazas y descalificaciones gratuitas.