Sílvia Pérez Cruz y Raül Fernandez Miró |
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Granada
01. Abril 74
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¿Qué decir de la voz de Sílvia Pérez Cruz? Podríamos llenar una enciclopedia de epítetos y todos serían probablemente válidos. No en vano es actualmente la primera voz femenina en popularidad del país, casi pubilla d’honor de la nación. No se conoce de nadie a quien no se le pongan los pelos de punta al oír la voz de esta joven artista ampurdanesa. De Raül Fernandez Miró, Refree, baste decir que es productor y un guitarrista inspirado, en este disco todo cuerda metálica y palo, sin azúcares ni aditivos. Ambos se reunieron en los estudios Calamar de Barcelona y sacaron el presente trabajo, secuela, en el mejor de los sentidos, de Immigrassons, el disco grabado hace unos años a raíz de una coproducción del Mercat de Música Viva de Vic con la Secretaría de Cultura del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, no en vano repiten un par de canciones, Carabelas nada, de Fito Paez y Corrandes d’exili, texto musicado por Lluís Llach. En este nuevo trabajo Granada (Universal Music - 2014) se desvisten: la voz sola y las cuerdas de la guitarra, eléctricas o acústicas, para dibujar melodías de siempre en esbozo, a carbón, puras y duras, cosa que las convierte de repente en belleza deshidratada, todo proteína y sabor. Sin embargo no es un trabajo sólo de voz i guitarra; la primera es un instrumento templado y meticulosamente afinado que abarca tantas texturas como la segunda, que suena a cuerda o a hierro electrificado según convenga a la melodía, facturando versiones tan importantes como la del Pequeño vals vienés, el poema de García Lorca adaptado por Leonard Cohen, aunque bebe más bien de la versión de Morente en su Omega; la preciosa El cant dels ocells, o de la que escribió Hoagy Carmichael en 1939 con la tristísima letra de Jane Brown Thompson, por entonces una alumna anónima de la Universidad de Indiana, de quien no se conoció la identidad hasta mucho después de su éxito clamoroso, exceptuando las iniciales JB, a pesar de que el propio Carmichael la buscó por todo Estados Unidos durante años. En Merçè, la canción de Maria del Mar Bonet, Sílvia Pérez se adentra por terrenos vocales ignotos con los que, con el añadido de un potente rever de producción, consigue distanciarse de su habitual tono "mediterráneo" y recuerda el exotismo helado de las canciones de la islandesa Björk. Sin que eso redunde en detrimento de ninguna de las dos. Para nada. Un proyecto importante, que ya se presentó en el festival Vida, de Vilanova i la Geltrú, con un éxito apabullante. TEXTO - Jordi Torrent
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