Bruce Springsteen inició gira europea con doble parada en Barcelona, en únicas fechas peninsulares, mostrando un nuevo guiño de complicidad hacia la ciudad en la que ya desembarcó en los días previos, siendo virales sus fotos en exclusivos restaurantes, la guardia de los fans en su hotel de la zona alta, o la compañía de los Obama, Spielberg o Tom Hanks. Si los coros de Michelle coparon las rotativas tras el primer día, asistiendo servidor al pase del domingo 30, el Boss se bastó esta vez para reinar de nuevo a pesar de sus más palpables arrugas, en tres horas intensas, crudas y plagadas de esos himnos generacionales que sublimaron la experiencia de los 60.000 devotos rendidos de antemano ante el de New Jersey.

Siete años después de su última visita, aunque se perciba el paso del tiempo y la garra no sea la de viejas veladas grabadas a fuego en el subconsciente de los talluditos incondicionales, la E Street Band sustenta con solvencia un show basado en unos músicos que “tocan”, que mantiene ese espíritu de viejo clan (ya supervivientes) y no permite que caiga la excitación, ya no solo por el repertorio, sino también por el equilibrio entre los diferentes momentos que se van sucediendo. Nada mal empezar con “My Love Will Not Let You Down” y “No Surrender” para que entráramos en calor, clásicos absolutos para berrear ante el ataque frontal de la banda, que visitaría poco después “Darkness On The Edge Of Town” con “Prove It All Night” y “The Promised Land”. El reciente “Only The Strong Survive”, doble LP de covers souleras, marcó la parte central, introducida con el “Kitty’s Back” de la primera etapa de Springsteen, y que condujo a “Nightshift” de los Commodores, con la privilegiada garganta de Curtis King Jr. como contrapunto, y con especial protagonismo de la potente sección de vientos, que al igual que en el LP dotó de un tamiz sofisticado y nocturno a la música de Springsteen, siendo una de sus influencias quizás poco explotada en su carrera hasta el momento.

También tomó la noche un cariz de vista atrás, de hacer balance y quizás de despedida (no es ajena la edad del cantante y la duda de si habrá una próxima gira mundial…), en momentos como el speech de presentación de “Last Man Standing” donde el Boss habla de los miembros de su primera banda, ya todos fallecidos, o el emotivo cierre con “I’ll See You In My Dreams”, solo con acústica y harmónica, aludiendo a un posible encuentro donde volver a reír, cuando ya no deambulemos por aquí, en uno de esos momentos íntimos que son un broche perfecto. Aun así, lógicamente tuvieron su momento todos los hits que todos queríamos escuchar, y cayeron uno tras otro en una recta final de la que volvieron a salir ganadores todos los históricos miembros de la E Street Band. “Because The Night” volvió a sonar desgarradora con el ya clásico momentazo del solo de Nils Lofgren, el increscendo de “The Rising” recordó su vigencia en el siglo XXI, “Badlands” y “Thunder Road” precedieron al primer descanso como gemas de su mejor etapa, la solidez de Max Weinberg propulsó una “Born In The USA” donde la voz del líder flaqueó por instantes, “Born To Run”, “Glory Days” y “Dancing In The Dark” nos pusieron a todos a bailar y “Bobby Jean”, ratificó la camaradería con Stevie Van Zandt, siempre a la izquierda de su colega, desplegando su glamour gitano.

Una nueva cita saldada con triunfo de Springsteen, y como experiencia intensa para sus die-hard fans, los cuales se plantean si habrá una nueva ocasión por estos lares. Por lo visto, al Boss le queda cuerda para rato, y ya sea como show de estadio (en vías de extinción) o en otro formato más íntimo, todo parece indicar que aún guarda más de una bala en la cartuchera.