Los devastadores efectos de la maldita pandemia parecen ir dejando paso a una cada vez más poblada oferta de conciertos, alimentada por bandas nacionales durante muchos meses de la misma con las oportunas restricciones, con puntuales visitas foráneas en los últimos meses y ya, según parece, con el aumento exponencial de las giras internacionales para los venideros. Una de las primeras, la de los muy queridos suecos The Baboon Show, quienes dado el ambiente del Apolo, parece que van a seguir petándolo dada la energía que desprenden, la entrega del público y el gran trabajo que llevan haciendo con ellos desde la promotora HFMN. Para completar el poderoso cartel, abrieron fuego los donostiarras Niña Coyote eta Chico Tornado, para en formato dúo desplegar una muralla sónica que finalizó con la cover del trillado “Killing In The Name” de los RATM. Ursula a la batería y Koldo a la guitarra propulsaron sus sonidos desérticos vitaminados desde canciones como “Eguzkiari Itxoiten” y otras de su reciente LP compartido, con una intensidad que caldeó una sala ya en ebullición.

Y si el hecho de volver a un concierto punkrockero no fuese suficiente aliciente, el tener delante a una frontwoman como Cecilia Boström da el suficiente empuje para dejarse la garganta y animarse a desnucarse en las primeras filas. Una mujer que ha llegado a darlo todo en escena en pleno embarazo, debe haber estado deseando volver a su hábitat natural y darlo todo ante sus fans. No se me ocurre mejor banda para reactivar el desmadre en un salvaje sábado noche. Con su pegadizo nuevo single “Oddball”, título de su reciente EP, abrieron fuego y empalmaron su ristra de temas directos y coreables, idóneos para berrear cerveza en mano. La tipa va sobrada de carisma y se come el escenario, junto a una banda que la respalda sin fisuras, incluido el sexy motherfucker Niclas a la batería, el otro puntal, al menos en cuestión de imagen, del grupo.

Combinaron cortes de su reciente EP y del referencial LP del 2018 “Radio Rebelde” crean ese estado de fiesta contínua, que pisa el acelerador y no baja en ningún momento, pecando quizás de temas demasiado parecidos en ciertos impases. Aún con ello, la gente lo gozó de lo lindo: empujones, sudor y apretujones no faltaron, algo que nunca pensé echar en falta, y ratificó la comunión recíproca entre músicos y fans. Casi hora y media de música en la cual no faltó una escueta mención por parte de Cecilia a la situación política (esperaba mayor énfasis dada la implicación de los suecos en estos asuntos, aunque mejor así…), y la esperanza de que las giras canceladas sean un lejano recuerdo del pasado y los bolos vuelvan a llenar nuestra rutina. Visto a día de hoy, cada semana ya florecen varias propuestas interesantes en Barcelona, ¡qué no decaiga!