De exitosa se puede calificar la gira de retorno que protagonizaron los granadinos durante todo el 2016: salas colgando el “no hay entradas”, presencia en prácticamente todos los principales festivales patrios, nuevas fechas añadidas en ciudades como Madrid ante la fuerte demanda, etc., prueba de que tras 20 años desde su separación, el culto a su discografía y su siempre creciente influencia habían provocado que viejos fans y aquellos que nunca los pudimos ver, agradeciéramos como agua de mayo el poder corear en directo la retahíla de temazos que poseen los Cero. Así pues, tras el parón posterior donde sus miembros han podido seguir ocupados con los proyectos paralelos que han alimentado en los últimos lustros, era fácil esperar un nuevo disco que reafirmase su vigencia, huir de otra gira “nostálgica” y presentar nuevas canciones que han acabado formando parte del reciente “La Otra Vida”, metafórico título marca de la casa para dar el pistoletazo de salida a otra gira que este año está cosechando igual concurrencia en las fechas despachadas.

Con introducción a lo spaghetti western, iniciaron con las nuevas “Vengo A Terminar Lo Que Empecé” y “Condenado”, muestra de que la pluma de Lapido sigue siendo tan rica y evocadora como siempre, llenando de literarios personajes unos temas que dentro del habitual pop-rock pueden situarse esta vez cerca un rock americano más melódico. Confianza plena pues en el nuevo LP del que sonaron hasta 8 temas de los 10, con José Antonio García cantando tan bien como siempre, escudado tras sus oscuras gafas y ejerciendo de magnético frontman para aglutinar miradas (bien es sabido que a excepción de Jacinto al bajo, el resto de músicos se centra en tocar sus instrumentos). Temás de los últimos ’80 y/o primeros ’90 se fueron adueñando del setlist, sobretodo de su LP quizás más recordado “Tormentas Imaginarias” del ’93 ante un público que superaba los cuarenta y que, a bien seguro, ya había visto a la banda en su vida anterior. “Zapatos De Piel De Caimán”, “Este Es Nuestro Tiempo”, “Huellas” o “Tormentas Imaginarias” nos devolvieron a la memoria algunas de las mejores letras del rock nacional, las de una banda que inmerecidamente nunca llegó a la primera línea comercial pese a tener canciones memorables a espuertas.

Un Apolo muy concurrido tomó parte en la celebración de las vidas de una banda que afronta con calmada complacencia sus actuales recitales, con la batuta de José Ignacio marcando el tempo desde la retaguardia, la colorida guitarra de su hermano Víctor complementándolo a la perfección y la solidez eficiente de Tacho cimentándolo todo. Momentos reposados de su cancionero aparecieron con las preciosas “La Noche Que La Luna Salió Tarde” o “Un Cielo Color Vino”, antes de rematar el setlist con las ineludibles “En La Calle”, “La Canción De Espantapájaros”, “La Torre De La Vela” o “La Calle Del Viento”. Todo un repaso a una forma de entender la música que ha creado escuela en muchos de los tótems del indie patrio actual, aunque ninguno haya podido alcanzar el nivel de estos maestros. Con unos bises que desataron muchos recuerdos pretéritos: “¿Qué Fue Del Siglo XX?”, “Otros Como Yo”, “La Vida Que Mala Es”… ¡qué más se puede pedir!, quizás “Carne Cruda” hubiera puesto el broche a una noche ideal, pero aun así la satisfacción fue generalizada tras hora y media pasada del mejor rock nacional. En el post-show nos tomamos unos copazos con los músicos en el cercano Psycho R’n’R Club para constatar la calidad humana de una banda referente de aquí.