En 2005 pisaban por última vez los noruegos los escenarios barceloneses, la gira “Farewell To The Kings Of Rock” los llevó a la sudorosa Sala Mephisto para cerrar carpeta tras una década en la que fueron punta de lanza en la explosión del excitante Rock Escandinavo, girando constantemente por España, aunque la no consecución de ansiados objetivos ni el pasar a mayores ligas, les hizo tirar la toalla y dedicarse a otros menesteres. Tan solo el líder y guitarra Captain Poon siguió insistiendo con Bloodlights, mientras que nada supimos de los demás. Hasta que el año pasado, el anuncio de su regreso en el Azkena –siguiendo los pasos de otros resucitados escandinavos como Turbonegro a The Hellacopters-, mostró que su nombre no solo no se había olvidado sino que generaba mayor expectación que antaño, perpetrando el mejor bolo del festi, con un sonido potentísimo a cargo de una banda sin fisuras. Desde entonces, su actividad se asemeja a la de sus vecinos y amigos los ‘Copters, un festi aquí, tres fechas seguidas en su tierra por allá, actividad relajada de “bodas, bautizos y comuniones” y claro estaba, regreso por estas tierras donde se les trató con devoción desde el principio, para recalar en Madrid y Barcelona dentro del Cruïlla de Tardor.

Lo cierto es que los cuatro miembros que siguen en la brecha mantienen la imagen como si estos años no hubieran pasado, con un Biff Malibu tan cachondo como siempre, ya cincuentón pero con su aura a lo James Brown calvete de oficina intacto, intachable en cuanto a voz y movimientos (impagable su recuerdo a su última vez en Barcelona donde acabó en calzoncillos sobre la barra, algunos no lo hemos olvidado); y con un Poon que sigue poniendo el contrapunto a lo guitar-hero mojabragas. Raldo y Danny Young siguen emanando el buen rollo de siempre, y el nuevo bajista Peter Larsson encaja mucho mejor que el último que militó antes de la disolución. Con todo ello, ante una Apolo que no llegó a abarrotarse, desgranaron un completo paseo por toda su discografía, con un sonido bastante deficiente desde mi posición (la guitarra de Poon casi ni se oyó en todo el bolo), aunque desde otros lugares parece que fue correcto. Setlist basado en su último LP “Automatic Thrill”, no faltaron “A Call From The Other Side” y “Car Full Of Stash” con las que abrieron, u otras como “Take It” o “Here Come The Pigs”, siendo éste su disco más vendido a nivel global. Por estos lares se les acogió bastante antes, ya desde la edición de “Ridin’ The Tiger” o el de mi favorito, el impronunciable “Soaring With Eagles…”, por lo que no tocar “Rockthrone” o “Go Away Man” fue una putada dolorosa.

Aún así, no faltaron los himnos mejor recibidos por el público ya cuarentón como mínimo (la mayoría no se estrenaban con la banda, estaba claro), y temas como “Easy Livin’” o las más crudas “Get The Horn”, “Leather Chair”, “Bossheaded” o la totémica “I Got A War”, aclararon más de una garganta. Buen gusto al versionar el “He’s A Whore” de sus queridos Cheap Trick, o la ya algo sobada “Nice Boys” de Rose Tatto que finiquitó la noche ante el algarabío general. Tal como comentaron los miembros de la banda en el post-show, no hay planes definidos para el futuro, van sobre la marcha, no hay decidido nada sobre disco, gira formal o lo que sea, lo que propicia ver a una banda que inevitablemente no está rodada sobre las tablas. Lo que sí es cierto, es que a la mínima volverán por la Península, y será un gusto el volver a “Evil Matcher” o “The Year Of Manly Living”, como reencontrarse con unos viejos colegas, por aquí se les quiere y lo saben.