Critica del concierto de Willie Nile en Sala Bóveda (Barcelona) el 12 de Mayo de 2018La mas completa agenda de conciertos y bares, asi como la biografia y discografia de los principales grupos que tocan en Barcelona.  
    

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Willie Nile
Sala Bóveda
12/05/2018

Texto: Max G. Lavarello
Cartel promocional

Cierto es que Willie Nile no posee, a ojos del gran público, el estatus de otros grandes coetáneos del rock americano como Reed, Mellencamp, Petty o su amigo Bruce Springsteen, si bien también es verdad que empezó su carrera discográfica más tarde que aquéllos, y que su producción discográfica tardó unos años en empezar a ser prolífica. Pero también es cierto que, si bien nunca ha gozado siquiera de una cuarta parte de la popularidad de los antes mencionados, goza del respeto absoluto de sus colegas de profesión, y de un repertorio trufado de temas fabulosos; himnos cargados de belleza, de verdad y de esperanza y, claro que sí, de estribillos demoledores. Habitual de un tiempo a esta parte por estos lares, Nile se presentaba en Barcelona en el marco de una gira española de doce fechas, acompañado de sus compinches sobre las tablas a este lado del charco: el guitarrista Jorge Otero, el bajista Juanjo Zamorano y el baterista Danny Montgomery, una formación que hace gala de una clase y un savoir faire indiscutibles. Puede que no sean los músicos con los que graba sus discos, pero podría hacerlo perfectamente.

Poder ver a alguien como Willie Nile a día de hoy, en una sala de reducidas dimensiones como Bóveda, es todo un privilegio. Aunque es cierto que aunque uno se desplace a verlo en su hábitat natural, el Bowery neoyorquino, el aforo del lugar donde él vaya a tocar será similar. Y es que experimentar la energía, la entrega y la honestidad de Nile a escasos metros de uno es un auténtico placer, máxime cuando para sus seguidores, el tipo se merecería llenar tantos estadios como Springsteen, o tantos teatros como Dylan.

Nuestro hombre salió a escena entre los aplausos de su entregado público (entre el que se encontraban varios niños y niñas, por cierto, detalle que Nile seguro que apreció), y tras algunas palabras en castellano, decidió que mejor “hablar con el rock and roll.” El pistoletazo de salida lo dio una buena versión, a modo de sincero homenaje, del “Runnin’ Down a Dream” del malogrado y añoradísimo Tom Petty, que sin duda el público agradeció. Lo que vino después fue una acertada selección de lo más granado de su repertorio. La enérgica “This is our Time”; una fantástica “Black Magic and White Lies” (tema que perfectamente podría haber firmado Tom Petty); la coreable “Forever Wild”; “Heaven Help the Lonely” (si antes dije Petty, ahora digo Springsteen); la desenfadada y rockera “Hell Yeah”; la esperanzadora “Give Me Tomorrow”… Entonces, Nile se sentó al teclado y nos ofreció dos preciosas interpretaciones de la melancólica “Streets of New York” y de la bellísima “Across the River”. Llegados a este punto, apuesto a que varios de los que allí nos congregábamos teníamos los ojos humedecidos.

Vuelta a la guitarra con “If I Ever See the Light”, que por algún motivo dedicó a Hank Williams, seguida de, por fin, una de las versiones de Bob Dylan que se incluyen en el álbum de versiones de Zimmerman, “Positively Bob”, que editó el año pasado y que, teóricamente, venía a presentar. La primera de las dos escogidas para la noche sería una tabernera “Rainy Day Women #12 & 35” que contó con el apoyo incondicional de los presentes. A continuación, turno para la estupenda “House of a Thousand Guitars”, seguida de “Magdalena”, a la que precedió una bonita historia acerca de una fan invidente del mismo nombre que, días antes, les había regalado a los miembros de la banda cuatro tarjetas con sus nombres escritos en braille. “Blowin’ in the Wind”, la segunda versión de Dylan, fue la siguiente en sonar. Nile la lleva a un terreno más rockero y menos folkie que la original y, de nuevo, su público lo acompaña en volandas. Se acercaba ya el final del show, y Willie se despidió con la hímnica “One Guitar” y la muy coreable “You Gotta Be a Buddah in a Place Like This”, que puso punto final a un concierto fantástico, al que solamente hubiera añadido una de mis canciones predilectas, “Vagabond Moon”, que abre su primer y homónimo disco, y que quedará para otra ocasión, espero.

Willie es incombustible, y lo dejó bien patente sobre el escenario del Bóveda barcelonés. A sus 70 años, canta y se mueve como el mejor, y no dudo que volverá, más pronto que tarde, con disco nuevo bajo el brazo, para deleitarnos con otra de sus maravillosas veladas. Al finalizar el concierto, se reunió con todo aquel que quiso en el vestíbulo de la sala, para sacarse fotos, saludar y firmar discos, siempre con una humilde sonrisa dibujada en el rostro. Qué grande eres, Willie.





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