Critica del concierto de Pearl Jam en Palau Sant Jordi (Barcelona) el 10 de Julio de 2018La mas completa agenda de conciertos y bares, asi como la biografia y discografia de los principales grupos que tocan en Barcelona.  
    

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Pearl Jam
Palau Sant Jordi
10/07/2018

Texto: Fernando Poveda
Cartel promocional

La ocasión de ver a Pearl Jam en directo la pintan calva, se ha convertido en algo así como contemplar el Cometa Halley, es decir, cada porrón de años. A pesar de que no hablemos de unos músicos veteranos, esparcen en exceso sus visitas, la última por aquí en 2006, y no era cuestión de fallar a la cita. Unido a la variada condición de su público, no fue de extrañar que los tíckets volaran en un santiamén; un público con mucho guiri, hasta una decena de diversas banderas (¿aún hay gente que va a conciertos con la bandera de su país?) abajo en la pista, a los que, junto a los locales, Vedder agradeció el cariño dispensado por la calle en los días previos, todo muy buenrollista, Eddie es que es así. Mucha expectación y excitación pues ante una banda que sin presentar nuevo álbum, compilaría momentos de ayer y de hoy, enérgicos y más introspectivos, con hincapié claro está en los de los primeros, los que los definieron en los primeros ’90.

Sorprendentemente iniciaron el viaje con “Long Road”, avanzando lentos y seguros, recuerdo de su periplo junto a Neil Young, lo cual podía hacer esperar abundancia de temas en esa línea que Pearl Jam han cultivado en los últimos 20 años, los que podrían calificarse de madurez. Y así fue en parte de la primera mitad del show, donde además no acompañó el sonido en el Sant Jordi, incluyendo la clásica “Elderly Woman…”, un par de canciones de Vedder en solitario inclusive o “Nothing as It Seems” del algo olvidado “Binaural”. De fondo una pantalla en blanco y negro aportaba calidez tras una banda que introdujo otras más esperadas, picoteando aquí y allá con “Corduroy”, “Hail Hail” del “No Code” o la inevitable “Do the Evolution”, muy bien recibida. En escena, una banda que no desprende el riesgo de antaño (notorio el caso de un Stone Gossard con pinta de feliz oficinista padre de familia), pero que ejecuta con precisión y honestamente, un repertorio de alto calibre amasado con el tiempo. Las formas son otras, pero la intensidad sigue estando ahí, los tipos siguen pareciendo esos tíos sencillos y enrollados que fueron referentes, y por si acaso te lo recordarán a medida que avance el show, encadenando uno tras otro himnos de toda una generación.

Vedder y sus folios nos aseguraron que el partido contra Rusia “fue una mierda” (¿?), pero aquí estaban ellos para mejorarlo todo con “Even Flow” y “Oceans”, con las gargantas echando humo, demostrando que “Ten” es y será el disco clave de los de Seattle. Mención a los movimientos pro-mujer antes de encarar “Daughter” (con interludio incluido del “It’s OK” de Dead Moon), y un “tour de force” eléctrico antes de los bises, enlazando “Jeremy”, “Go”, “State of Love and Trust” y “Porch”, ante el cual era imposible no cantarlas todas. Muchos recuerdos, y la emoción de revivir un trozo de la historia del rock en el que por edad, esta vez sí, estuvimos muchos de los allí presentes. Por suerte, no se iba a escatimar en nada, y los bises se eternizaron casi tanto como el concierto en sí, y temas recientes precedieron a otro clímax con una “Black” que sonó espectacular, una “Once” demoledora que agitó al personal y “Rearviewmirror”, que contagió in crescendo la rabia contenida explotando finalmente en gritos extasiados junto a la guitarra de Mike McCready.

Un segundo bis prolongaría la sensación con “Better Man”, la sobada “Alive”, el subidón de la cover del “Baba O’Riley” de los Who y una final “Yellow Ledbetter” que amansó algo a las fieras, para rubricar un bolo de esos que acabas ubicando en el saco de “para el recuerdo”. Casi tres horas de recital para calmar la ansiedad generada tras tanto tiempo de espera, y es que no estaría mal tener a Pearl Jam al menos una vez al año tocando por aquí. Tras haber visto a Guns N’Roses unos días antes en otra gran noche, y aun siendo una banda surgida de una escena tan opuesta, cabe afirmar que aunque solemos encontrar el auténtico rock’n’roll en los garitos de la ciudad cada semana, algo de rock de estadio de tanto en tanto no parece estar tan mal.





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