El polifacético Carlos Sadness colgó el pasado día 30 de noviembre el “sold out” en su concierto en la siempre especial Sala Salamandra de L’Hospitalet de Llobregat, a donde llegaba después de su gira por Sudamérica (Méjico, Perú y Chile). Su música, mezcla de pop-rock e indie, no dejó indiferentes a sus fieles seguidores. Sadness significa "tristeza" en inglés, pero no se corresponde con el apellido paterno del cantautor… y mucho menos con su espíritu. Encontraremos hoy pocos intérpretes tan predispuestos a la felicidad,… y su compromiso con las buenas vibraciones es tan incondicional, tan ajeno al matiz o la suspicacia, que no sabemos si dejarnos contagiar un poco o tomarle por un pobre incauto.

Pocos minutos pasaban de las 10 de la noche cuando apareció sobre el escenario con su larga melena y su inseparable ukelele. Especialmente contento de volver a estar en la “Salamandra”, donde en sus inicios salió por primera vez a un escenario. No era la misma “Salamandra” (cabe recordar que se trasladó hace un tiempo) y tan poco el mismo Carlos, que dejó atrás su etapa más rapera para adentrarse en su formato más indie. Sus primeras canciones fueron un repaso a sus mejores hits: “Sebastian Bach”, “Persedire”, “Hale Bopp” (una de mis canciones preferidas), “Amor Papaya” (canción que llegó a superar las 600.000 reproducciones mensuales en Spotify), “Días Impares”, “Miss Honolulu”, que sin duda fue una de las más celebradas por el público,…

Comentario especial para la balada “Pompeia”. Pretendía ser un punto de inflexión en el concierto después del subidón que supuso para los presentes el repaso a sus hits, pero como suele pasar en estos casos, tuvimos la desgracia de que la falta de respeto de alguno de los “asistentes” (acompañantes de postureo de quienes venían a disfrutar del artista) la hicieron prácticamente inaudible, cosa que Carlos no pasó por alto. Una vez pasadas las reprimendas no veladas y en un ambiente un poco enrarecido siguió repasando canciones de sus 3 LP’s y 3EP’s, destacando “Física Moderna”, “Bikini”, “Que Electridad”, “Groenlandia” y “Monte Perdido”.

Una buena experiencia con una fórmula un tanto previsible, estrofa/estribillo, un letrista en mayúsculas al que le falta una vuelta más para convertirse en un referente en el panorama indie español.