La salida el pasado verano de “The Rise Of Chaos” ha propiciado una nueva visita de los teutones Accept, auténticos supervivientes del heavy europeo ochentero. A pesar de la ausencia del insustituible Udo desde su vuelta en 2009, la banda ha logrado asentarse de nuevo en una posición privilegiada, facturando buenos álbumes, y con Mark Tornillo totalmente integrado y realizando una extraordinaria labor al calzarse las botas del menudo vocalista. Para abrir, el trío californiano Night Demon, presentó su también reciente segundo LP “Darkness Remains”, en un concierto enérgico de una banda que mira a los inicios del género, donde temas como “Welcome To The Night” o “Heavy Metal Heat” te obligan a levantar el puño, acompañando los riffs y la velocidad que imprimen. Gran labor del bajista Jarvis Leatherby a las voces, en un show muy recomendable que les adjudicó un puñado de nuevos fans. Más, teniendo en cuenta que al acabar el show se pasaron por la vecina Rocksound para atacar un set de versiones de clásicos del género… sin duda, habrá que profundizar en sus dos discos.

Un imponente atrezzo se desplegó a lo ancho del escenario del Razz antes que los cinco miembros de Accept aparecieran de la nada atacando “Die By The Sword”, apertura de su nueva obra. La épica de “Stalingrad” (uno de sus hits tras la vuelta), fue muy bien recibida por los fans, quienes no cesaron en acompañar durante todo el bolo esos interludios tan guerreros que facturan los alemanes, haciéndoles los coros. Siguieron clásicos 80’s como “Restless And Wild”, “London Leatherboys” o “Breaker”, con un Mark Tornillo a la altura (cantante competente en estudio y sobre las tablas), al que se le notaba el esfuerzo para llegar a las exigentes cotas del inimitable Udo Dirkschneider. Ello, sumado a su presencia espontánea y sencilla pienso que ha conectado rápidamente con los antiguos seguidores de la banda, cual Brian Johnson metálico. Varias tonadas de su nuevo disco siguieron (la combinación entre nuevas y viejas fue muy acertada), como la buenísima “Koolaid”, la rápida “No Regrets”, la totalmente old-school “Analog Man” o “Shadow Soldiers”, típico tema de Accept haciendo gala de una sensibilidad metálica encantadora.

El solo de Wolf Hoffmann enfiló la recta final del concierto, dedicada a aquellos himnos básicos que todos esperábamos. Piezas del calibre de “Princess Of The Dawn”, “Midnight Mover” o “Up To The Limit”, lo cual hizo las delicias de los ya talluditos metalheads que abarrotaron la sala. Lo cierto es que aunque la nueva generación interesada por el metal abraza sonidos más contemporáneos, los fieles fans de toda la vida se bastan para llenar un Razz 1, tal como vimos en Saxon o MSG. Tanto el rapado Hoffmann como Peter Baltes al bajo (únicos supervivientes de la formación original de Accept del ’76), mantienen intacto su carisma, técnica y presencia escénica siendo constante los guiños y la complicidad hacia la platea. Mención aparte el divertido duelo de guitarra vs. bajo que se marcaron, así de paso oxigenando a Mr. Tornillo. “Pandemic” o la trepidante “Teutonic Terror” en los bises (mis canciones favoritas de su “Blood Of The Nations” del 2010) se intercalaron en el “rush” final con las obligadas “Fast As A Shark”, “Metal Heart” y, ¡cómo no!, “Balls To The Wall”, rubricando un bolo que nos dejó a todos satisfechos.

Una fantástica noche de heavy metal clásico a cargo de una banda en plena forma que, tal como intuíamos al ver a Mark Tornillo ondeando una bandera de Accept, logró conquistar una vez más las almas de sus leales incondicionales, en las casi dos horas de recital.