Tyla, ese viejo pirata del rock and roll inglés, regresaba por enésima vez a Barcelona, en esta ocasión acompañado de una competente banda que, si bien no era la original, como en aquel "comeback" de hace pocos años, supo interpretar un repertorio plagado de temas clásicos de los Dogs con garra y solvencia. Cabe destacar aquí la presencia del ex Death In Vegas Simon Hanson a la batería, que con su pegada ayudó a imprimir una innegable energía al show. Evidentemente, la relativa popularidad de antaño es algo pretérito, y una sala como la menor de Razzmatazz es, hoy en día, suficiente para albergar a quienes aún estamos dispuestos a disfrutar del imbatible cancionero de aquellos primeros discos de Dogs D’Amour, influenciados por los Faces, los Stones, el glam británico… No hubo lleno pero sí una más que respetable concurrencia.

Abrieron los locales Black Kiss Superstar, una banda de hard rock de claro corte setentero con un par de álbumes editados en su haber. Músicos impecables y sonido contundente para unos temas cantados en inglés que no dudo que ganan con sucesivas escuchas. Quizá no pegaban del todo con Tyla y sus secuaces, pero resultaron muy disfrutables.

La estrella de la noche apareció en escena botella de tinto en mano y con visibles ganas de pasárselo bien, y doy fe de que consiguió que ahí nos divirtiésemos todos. Desde la inicial “Billy Two Rivers”, no hubo tiempo para el aburrimiento. “Last Bandit”, “Medicine Man”, “Errol Flynn”, “Heroine” o unas muy celebradas y emocionantes “I Don’t Want You To Go” y “How Come It Never Rains”, entre otras, nos dejaron a todos más que satisfechos, si bien pude percibir que varios de los temas habían sido ligeramente alterados en tempo y arreglos, como posteriormente me confirmó el mencionado Simon Hanson, que me dijo algo así como que “la gente evoluciona, y las canciones también.”

En definitiva, una grata velada en compañía de una leyenda de las que ya no suelen aparecer.