Critica del concierto de The Darkness + The River 68’s en Bikini (Barcelona) el 14 de Enero de 2016La mas completa agenda de conciertos y bares, asi como la biografia y discografia de los principales grupos que tocan en Barcelona.
    

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The Darkness + The River 68's
Sala Bikini
14/01/2016

Texto: Fernando Poveda
Cartel promocional

Los recuperados The Darkness pisaban sala barcelonesa de una santa vez, desde el 2003 presentando su aclamado “Permission to Land” no se daba el caso, y resulta curioso observar la evolución de su público en ambos shows: de guiris veinteañeras dispuestas a vivir la sensación rockera del momento, a los rockeros ya maduros, habituales en este tipo de saraos. Con el espléndido “Last of our Kind” aún caliente, los ingleses afianzan una discografía constantemente intachable, aunque el hecho de su presentación se tornó algo meramente anecdótico, en una primera fecha de gira que, tras algún tiempo sin tocar, tal vez los mostró a medio gas en ciertos pasajes del bolo, sobretodo en el inicio, normal. Con un Bikini a tope, fueron los escoceses The River 68’s quienes abrieron: dos simpáticos y agradecidos hermanos, uno con privilegiada garganta y otro sentado a la acústica facturando un Classic Rock a lo Black Crowes que invita a dedicarles una escucha pero con banda, de momento se harán toda la gira gracias al espaldarazo que les da el hermano menos gracioso de los Darkness.

Con la inicial “Barbarian” ya quedó constancia de que la garganta de Justin Hawkins tampoco palidece, chillidos desquiciados marca de la casa, y el tipo con su look cutre-salchichero paseándose micro en mano como por su salón. Incomprensiblemente fue éste uno de los pocos temas del nuevo plástico (y de los dos anteriores), incluyendo también de éste aquellas con más “boogie”: “Mudslide” y “Roaring Waters”. Otras como “Open Fire” o “Last of our Kind”, que además las han sacado como singles, quedaron fuera (¿!), y por el contrario descargaron su debut casi en su totalidad. Si habláramos de una banda de un disco tendría su lógica, pero dejar fuera tantos temas del calibre de los que albergan “One Way Ticket” o “Hot Cakes” es un lujo que creo no ayuda a reafirmar su trayectoria y consolidar su regreso. Aún así, el pero del setlist no puede ensombrecer lo efectivo de la velada, donde el aspecto cómico ensalza un show rotundo y divertido, en vías de extinción.

Un acierto el fichaje del “hijo de…” Rufus Tiger Taylor tras la batería, un tío con pegada que desmonta aquello de que el original mola más, pero para qué negarlo, aquí el original era un sosainas; y el siempre cachondo Frankie Poullain al bajo, con su traje tonymaneresco dos tallas grandes y su pelo afro. “Growing on me”, “Black Shuck”, “Givin’ up”, sus temas bandera no fallaron, caluroso recibimiento, Justin dando saltos, poses, y esos discursos rozando el límite de lo excesivo (si no tienes el Proficiency no pillas la mitad), donde una de cada tres palabras es “fuck off” ó “motherfucker”. Las incursiones de “One Way Ticket” con el cencerro de Poullain marcando el compás o una acrecentada “English Country Garden” con Justo al piano supusieron un balón de oxígeno, al tiempo que invitaban a una tierna niña llamada Nora a compartir teclas para una celebrada “Friday Night” donde el frontman bromeaba y se descojonaba a ratos.

Se les vio más metidos con el transcurso del show, se fueron calentando para cuando las ineludibles “Get your Hands off my Woman” o “I Believe in a Thing Called Love” aparecieron, comunión entre banda y público, y Justin en formato rockstar con sus habituales “gimmicks”: trató de que le imitáramos en sus gorgoritos imposibles a lo Freddie Mercury en Wembley, hizo el pino puente para pedir palmas o se paseó guitarreando por la sala a hombros de un fornido roadie. También ineludible su versión de Radiohead, la cual se empecinan en colar siempre en el repertorio, desluciendo algo un bis que nos devolvió al suelo, como colofón a una muy buena actuación que, en mi opinión, con alguna variación en la lista de temas y pisando más en algún momento hubiera sido para recordar, como me sucede con su bolo visto en el Azkena. Ya no suelen aparecer bandas como The Darkness, por lo que mientras se mantengan a este nivel compositivo y ofreciendo buenos shows tras su época de excesos, no habrá queja, seguiremos disfrutando de la grandilocuencia y las salidas de tono de los británicos.





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