Mucho ha llovido desde los tiempos con el Canijo y el Mono Loco. Marinah -con hache aspirada o subrayando la última vocal- es ahora una artista afianzada y se la ve satisfecha de una carrera en la que la «gitana de mercadillo» prácticamente tenía solo que levantar la mano para tocar el cielo.

Juan Gómez «Chicuelo» guitarrista de Cornellà del Lobregat, habitual acompañante de Poveda y Duquende, ya es artista veterano que ha trabajado en infinidad de proyectos, desde la colaboración con la compañía de danza japonesa Shoji Kojima o el Pansori Meets Flamenco de la Korea Flamenco Company por poner los ejemplos más exóticos de una carrera de colaboraciones con un enorme montón de artistas de todos los campos de la cultura.

A estos dos monstruos ayer se añadieron el impresionante Carlos Sarduy al piano, las congas y la trompeta, el Piraña, inmenso percusionista de Paco de Lucía, y el bajista Javi Martín, ex Ojos de Brujo y uno de los bajistas con más proyección de este país. Con tal elenco de genios no es imposible facturar un directo impecable y emocionante, una hora y media larga de comunión musical en la que los asistentes se dejaron llevar por el caudal rítmico que brotaba sin pausas, excepto por una canción a dúo entre Marina y Chicuelo, y una genial bulería instrumental compuesta por el guitarrista.

La pareja estuvo entusiasta, familiar, relajada y generosa, y el público asistente, a todas luces incondicionales de Marina o de Chicuelo, según los gustos, entregado y agradecido, con lo que la fiesta estuvo servida con el apoyo de esos músicos sublimes a los que se concedió el protagonismo que merecían por trayectoria, talento y entrega, todos y cada uno de ellos tejiendo una complicidad con el resto de miembros de la banda que repercutía y se reflejó sin duda en el enardecimiento de la concurrencia.

El concierto acabó con la repetición de la primera pieza del concierto, el tema Afrobeat, en un bis largo y emocionado de despedida.

El marco del Festival Connexions, propiciado por el Taller de Músics de Barcelona y Bankrobber está resultando un pozo de gratas y a veces arriesgadas sorpresas, aunque no en este caso, ya que la apuesta, contando con tamaños talentos, era sin duda infalible.