NoMeansNo congregaron en La [2] de Apolo a una multitud ansiosa de verlos en directo después de algunos años de ausencia en nuestras salas. El trío canadiense demostró por qué son respetados transversalmente en los ambientes del hardcore más duro o del jazz más refinado.

Os podría explicar como llegué a conocer los NoMeansNo a través de su disco más famoso, “Wrong”, o como en La [2] tocaron canciones extraídas de casi cada disco, como “No Sex”, del primero, o “Faith”, del último. O también os podría comentar que a NoMeansNo se les considera exponentes del punk canadiense pero a la vez se les define como “progresivos”, o que hasta 2002 eran fijos del roster de Alternative Tentacles, de Jello Biafra, pero a la vez se rumoreaba que habían inventado el math rock, inspirando a Steve Albini y a todas sus creaciones. De la misma manera podría detenerme a describir sus diferentes proyectos paralelos y sus muchísimas colaboraciones. Pero no quiero hablar de todo esto.

En cambio os diré que entré en La [2] a las nueve y diez minutos y NoMeansNo ya habían empezado, perfectamente a tiempo como su música. La sala estaba llena y el público apretado, pero conseguí llegar hasta delante de todos, en el lado del batería, que es donde toca estar en un concierto de NoMeansNo. Las dos horas siguientes fueron una mezcla de sensaciones que son difíciles de encontrar en un bolo hoy en día: NoMeansNo huye de todos los clichés del rock, del punk, del jazz y de cualquier etiqueta. La formación en línea, con el batería, John Wright, en el extremo derecho del escenario, al lado del público, para que se vea la potencia de su directo, para que se noten los golpes en los tambores y se participe de su extraordinaria labor. En el centro su hermano, el bajista Rob Wright, que lidera el grupo con sus líneas de bajo, excepcionalmente tocado sin ningún efecto (¡ni un pedal delante de él!) acompañado en el extremo izquierdo por Tom Halliston, el último guitarra de la banda, que con sus riffs y su voz completa el trío.

Describir como suena NoMeansNo resulta complicado: una banda de punk que toca canciones de diez minutos, con continuos cambios de ritmos y sorprendentes líneas de bajo que priman sobre los solos y las voces. Letras irónicas, coros y pocos adornos, los NoMeansNo son unos obreros del punk con la técnica de los mejores músicos de jazz y la actitud de unos eternos jóvenes en una gira sin fin. Sus conciertos son normalmente larguísimos y este no defraudó, dos horas de pura intensidad culminadas con “Victory”, aclamadísimo bis. Al final de todo, las caras alrededor son de satisfacción e incredulidad, nadie se queda con ganas, porque NoMeansNo lo han dado todo. ¡Que vuelvan pronto!