Hace unos meses, Pep Guardiola, después de ganar 0-2 al Madrid en el Bernabéu, dijo en rueda de prensa sobre Pedro, autor del segundo gol: “deberíamos a empezar a hablar en serio de Pedro. Este chaval nos ha dado mucho”. Guardiola, que no sabe tanto de música como de fútbol, ayer no estaba en la Sala Apolo, ya que a veces se pierde, a mi entender desacertadamente, por otras latitudes musicales. Pero si hubiera venido, seguro que una improvisada rueda de prensa, hubiera dicho, serio y seguro si mismo “habría que empezar a hablar en serio de Mishima, pues estos chavales nos han dado mucho”. Y así es. Cuando irrumpieron con el brutal disco “Trucar a casa, recollir les fotos, pagar la multa”, pensé, “por fin ha terminado el antiguo rock català”, y “ya tenemos algo de que sentirnos orgullosos”. Sus dos siguientes discos no han hecho más que confirmar este hecho. Ayer presentaron el último “Ordre i Aventura”, en un Apolo abarrotado, todo vendido. Sus canciones son himnos clásicos que se van afianzando en el inconsciente colectivo del país. Ayer no se dejaron ninguno con un público que los aclamó de principio a fin. Ellos salieron a por el partido, concentrados, fulgurantes, con un inicio demoledor (“Arguéev”, “Tornaràs a tremolar”, “la Forma d’un sentit”,). Siguieron imparables con temas cómo “El temple”, o “No et fas el llit”, et. Las nuevas canciones funcionan perfectamente en directo (con el hit “Tot torna a començar”, el vals “En arribar la tardor” o “Estel, suspira i carícia”). Las antiguas el público las canta de memoria (con “Miquel a l’accés 14” el Apolo se hundía en éxtasis) David Carabén estaba flipando ante un recinto lleno y entregado de tal manera. Se le escapaba una sonrisa de felicidad. Un sueño hecho realidad.

Las dos nuevas incorporaciones Xavier Caparrós (bajo) y Alfons Serra, encajan perfectamente. (no se notan los cambios y el directo es muy bueno). Marc Lloret (teclado), siempre está al nivel. Dani Vega, magnífico en la guitarra también como siempre, que además últimamente, como ayer, se marca algunos solos espectaculares (por ejemplo en “L’Olor de la nit”, hizo un solo descomunal). Y luego está David, cada día más suelto, más contento, menos tímido y disfrutando sobre el escenario.

Y no sólo esto. Hubo sorpresas. El Col•lectiu Brossa, con tres violines, un acordeón y un violoncelo (si no me desconté), y con toda la banda fuera del escenario y sólo David en él, acompañaron dos temas: “L’ombra feixuga”, i “L’estrany”. Fue la combinación de la voz de David, con la pequeña orquestra, con los violines marcando el ritmo de los temas. Una maravilla. A renglón seguido, cambio de ritmo, tocaron del último “Una part de tu”, un tema flipante por su intensidad y sencillez (diría que son tres acordes), y que en directo, se multiplica, y que pareció la reencarnación de la Velvet Underground en Barcelona. Y lo tocaron con Paco Loco, el productor, dándole a la guitarra. Grande.

Luego, vino el colofón. Al cantar “Cert Clar i Breu”, Dani Vega dijo “me da palo tocar este tema”, y la banda se fue. Después Marc Lloret explicó que tuvo un sueño. Y era que una vez iba a tocar y veía que otro grupo tocaba en su lugar sus canciones. Pues bien, el sueño de Marc se cumplió, porque salieron a tocar “Cert Clar i Breu”, nada más y nada menos que los Manel!!! Otra sorpresa tremenda. Manel homenajeando a Mishima y tocando un tema suyo. Y encima añadieron una estrofa que en su parte final decía algo así como: “en qualsevol cas/tan fans/que ens hem baixat tots els discos/, tan fans/ que és un honor estar aquí/, ara, i per fi/senyores i senyors:Mishima!). Emocionante. Brutal.

Al final bises con Ordre i Aventura y Time After Time (como dijo David la última canción del último disco, y la primera del primero) con la banda antigua al completo, aparecieron Oscar Daniello (Delafé y las Flores Azules), y Dani Acedo. Fiesta para todos y foto de equipo.

Ya después del concierto estaba yo sentado en un bar con mi amiga fotógrafa, consumido de euforia y de algo más espumoso, y vi a David Carabén pasando por la calle. No pude reprimirme de hacer el fan y golpeé el cristal, lo señalé con el índice y le hice un gesto con el pulgar hacia arriba. David rió e hizo el señal de la victoria. El partido se ganó por goleada.