Terrassa fue el punto de partida de la gira 30 aniversario de The Michael Schenker Group y realmente parecía muy esperada por el llenazo que registró la sala. Una banda de lujo acompañó al guitarrista teutón que aun conserva todo su carisma a pesar de su desaliñado aspecto, aunque es cierto que se le ha visto en peores condiciones.

Junto a él dos de los músicos de la época más clásica, Gary Barden a la voz y Chris Glenn al bajo, un batería de ensueño, Chris Slade, más conocido, injustamente, como el batería calvo de AC/DC, y el americano Wayne Findlay a los teclados y guitarra.

Tras una intro como viene siendo habitual en estos 30 años, “Armed and ready” dio el pistoletazo de salida seguida de “Cry for the nations”, al igual que en su doble directo “One night at Budokan” disco de referencia para todo amante de la banda y de nuevos seguidores que quieran descubrirla. Que decir que desató la furia colectiva.

Un sonido irregular hacía que la batería sonara por encima de todo, pero es que la fuerza con que golpeaba Slade me hacía pensar que no necesitaba amplificación. Michael Schenker estuvo muy activo, participando muchísimo en los coros y tocando con esa elegancia que le caracteriza dejándonos con la boca abierta en bastantes ocasiones. Chris Glenn con un aspecto de señor muy mayor, eso sí, conservando el mismo pelo de los días de gloria, dejó también una profunda huella, muy seguro todo el concierto. Findlay con una imagen similar a la de Dimebag Darrell, incluso usando la misma guitarra, hizo su labor como secundario pero con muy buena presencia en las tablas.

Pero Gary Barden, a pesar del cariño que muestra y que se le muestra, a pesar de que no se amilanó y estuvo muy participativo, a pesar de que lo intentó y nos alegró la velada, su voz ha quedado muy por debajo de lo que se espera de un cantante de primera fila. Mucho tuvo que esforzarse pero lo solucionó dejando cantar al público que incluso lo hizo en la instrumental “Into the arena”. Pero nadie se lo reprochó, los años no pasan igual para todo el mundo, y un personaje tan entrañable como él se merece un reconocimiento.

Clásicos como “Let sleeping dogs lie”, “Are you ready to rock”, “On and on” o “Rock my nights away” se mezclaron con temas más actuales, los dos pertenecientes a “In the midst of beauty”, “I want you” y “A night to remember”. Otro de sus grandes clásicos “Lost horizons” fue dedicado al gran Ronnie James Dio, fallecido esa misma semana.

Para finalizar nada mejor que una de las canciones del grupo que le encumbró, los imprescindibles UFO, “Lights out”, que fue coreada enérgicamente y que dedicó, no se exactamente por culpa del estruendo, al público de Terrassa o Barcelona, aunque tampoco importó, éramos los que estábamos.

“Ride on my way” fue la encargada de abrir los bises, pero la locura llegó con la que para mí es la mejor canción de la historia, “Rock bottom”, con la cual se despidieron. Ante la insistencia del público volvieron a salir, esta vez como la definitiva, para ofrecernos uno de esos temas inmortales que todo el mundo espera que suene, como no, “Doctor, doctor”. Ahora sí que llegamos al auténtico final y todo el mundo con una sonrisa en su rostro, dejando latente que lo habían pasado bien.