Critica de los conciertos del Primavera Club 2009 (Barcelona) del 10 al 13 de Diciembre de 2009La mas completa agenda de conciertos y bares, asi como la biografia y discografia de los principales grupos que tocan en Barcelona.
    

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Primavera Club 2009
Sala Apolo, La [2], Sidecar, Bikini
10-11-12/12/09

Texto: Mattia Bombardi
Cartel promocional

El Primavera Club tomó la ciudad de Barcelona el segundo fin de semana de diciembre exhibiendo de cartel en varias de sus salas más emblemáticas: Bikini, Apolo, La [2], Sidecar, Jamboree y Monasterio acogieron conciertos durante los 4 días que duró el acontecimiento, que se celebraba paralelamente en Madrid.

Para mí, la primera noche fue el jueves y empecé mi festival particular en Apolo con una noche dedicada al rock’n’roll. Mujeres tocaban a las diez y yo tenía muchas ganas de poder ver en directo a estos barceloneses amantes del garage: en cuanto empezó el bolo me di cuenta de qué, como pasó unas semanas antes con Black Lips, la Sala Apolo se quedaba un poco grande para un grupo que necesita proximidad con el público para poder apreciarse totalmente. De todas maneras, el concierto fue muy divertido y la banda pudo presentar su primer trabajo casi en su totalidad: sonaron “Wanna Boom”, “Yella” y “Come on” entre otras, como perfecto aperitivo de lo que iba a seguir.

Cuando subieron al escenario The Soundtrack of Our Lives, la Sala Apolo ya estaba casi completamente llena y los suecos descargaron sobre los asistentes sus potentes sonidos que les han llevado a una posición de prestigio dentro del rock en Escandinavia. Sonaron temas del exitoso “Behind the music” juntos con otros de su último trabajo “Communion”. El gran rock’n’roll de este grupo, que en muchos momentos se tiñe de psicodelia, aunque no sorprendiera, no dejó indiferente a nadie.

Después de una breve pausa, fue el momento de bajar las escaleras del Apolo para llegar a La [2], donde actuaba Kid Congo Powers con sus Pink Monkey Birds. Para quién no lo sepa, Kid Congo es un mito andante: guitarra de los primeros Cramps, se fue de la banda para juntarse con Nick Cave en los Bad Seeds. O sea, que su mano está en muchos de los discos más importantes del rock’n’roll de los últimos veinte años. La [2] de Apolo estaba llena como pocas veces la había visto y el público bailó y disfrutó muchísimo del rockabilly con toques garage del señor Powers, que homenajeó a su antiguo compañero Lux Interior, muerto hace pocos meses. Como muestra de su gran humildad y cercanía con el público, él mismo se puso a charlar con los asistentes firmando discos y camisetas al final del bolo.

Mientras el jueves fue el día de confirmar rumores y de reforzar seguridades ya adquiridas, el viernes se volvió en el día de las sorpresas. La primera y más grata, fueron Chiquita y Chatarra, un dúo de chicas asturianas que actuaron a primera hora en la Sala Sidecar. Sólo había podido escuchar algunos temas de su Myspace e iba más por la simpatía de su nombre que por lo que había podido leer sobre ellas. Se presentaron tocando bajo y batería, con temas como “Fracaso escolar” o “Amor de caravana”, bromeando con el nutrido público y dejándonos sin palabras por la fuerza de sus canciones y de la voz de su cantante. Luego intentaron, al más puro estilo Oblivians, intercambiarse los instrumentos y pasar de bajo a guitarra, pero el experimento no fue bien y tuvieron que aplazarlo por un problema de cuerdas. Vuelta atrás, más bromas y más temazos cantados todavía más altos. Al final se aventuraron a meter un teclado y, al acabarse su hora de espectáculo, me dejaron un buen sabor de boca y la sensación de haber asistido a un concierto muy intenso y divertido a la vez.

La otra sorpresa, al menos para mí, fue el cantante con más tirón de todo el festival: Devendra Banhart. Puesto que el folk del estadounidense no entra en mis listas de favoritos, iba al concierto para ver que podía ofrecer en directo este tan aclamado folk-singer. Me quedé muy sorprendido, al entrar con el concierto ya empezado, por la energía del directo de Banhart, mucho más cercano al rock que al folk. En un clímax de locura, con la Sala Apolo llena hasta la planta superior, los últimos temas llevaron a todo el público a bailar, con la ayuda de otros músicos y de muchas percusiones y coros. El valor de Banhart como frontman es indiscutible, así como la calidad de los músicos que le acompañan. Incluso insistió en repetidas ocasiones en ganarse los favores del aforo hablando en castellano, cosa que no hacía falta ya que la gente congregada era en gran parte incondicional suya y las canciones sonaban coreadas para todos los asistentes.

Como el viernes había dado mucho de si, el sábado no podía defraudarme y me fui directo a la Sala Bikini, a primera hora, para asistir al concierto de Standstill. Consagrados por su último LP “Vivalaguerra”, los Standstill ofrecieron un concierto muy intimo, delante de un público discreto (tocarían otra vez el día siguiente) pero muy entregado. Sonaron temas muy celebrados, como “¿Por qué me llamas a estas horas?”, “El porqué de hablar sólo” o “Adelante”, que tocaron en dos versiones distintas. Máxima expectación en el momento en que Eric Montefusco, el cantante, anunció un adelanto de temas que estarán incluidos en su próximo trabajo. Un cuarteto de cuerda y dos vientos salieron a acompañarles, para demostrar el gran cambio de los que fueron la joya de B-Core en sus inicios post-core. Los nuevos temas siguen la línea evolutiva del grupo hacia sonidos menos duros y con toques de indie rock, sin despreciar algún riff cargado de intensidad. Todo un gusto poder asistir a esta velada con primicias incluidas.

Un traslado rápido hacia el Apolo me permitió asistir casi enteramente al concierto de Ted Leo and the Pharmacists. Y es no quería perderme la visita a nuestra ciudad de este músico de Washington representante de un estilo pop punk mas típico de la costa Oeste que de la Este. La cita no defraudó: sonaron sus temas más famosos, como “Me and Mia”, juntos con algunos más nuevos como “Bomb.Repeat.Bomb”. Ted Leo no quiso perder la oportunidad de recordar a los asistentes su entrega en el campo de la solidaridad y en contra de las guerras, criticando abiertamente la entrega del Nobel de la Paz al presidente estadounidense Barack Obama. Tampoco faltó un guiño a los locales, con su tema “La costa brava”, donde describe los paisajes y las playas de nuestras costas. En definitiva, un concierto fresco y agradable antes de volver a bajar las escaleras hacia el Apolo pequeño.

La medianoche había pasado y La [2] estaba otra vez llena, esta vez para recibir a los que para mí eran el verdadero cabeza de cartel: A Place to Bury Strangers. Los abanderados de la nueva ola del shoegaze subieron al escenario fieles a su propio estilo: con solo dos faros iluminándoles desde atrás, jugando con las sombras y sin ni saludar al público, empezaron a descargar sus pesadísimos sonidos, creando una atmosfera oscura, casi onírica, donde sus siluetas se confundían constantemente y la voz del cantante, siempre muy distante del micrófono, parecía a veces un lamento de dolor y otras un grito de rabia. Distorsiones y potentes solos de batería, guitarras volando por los aires para planear plácidamente a un metro de tierra, los APTBS presentaron su último disco “Exploding Head”. Y, haciendo caso al título del mismo me hicieron explotar la cabeza, transportándome a un mundo aparte, alejado del suelo y del sol. Al final se fueron, rápidos como habían llegado, sin decir adiós.

Para mí el festival concluyó así, en la nube de oscuridad creada por los APTBS. El Primavera Club ha demostrado que otra manera de hacer un festival es posible: un festival invernal, que involucre diferentes salas y que permita tener un cartel de calidad para todos los gustos. Al margen de alguna cola muy larga y alguna que otra equivocación de espacio, la organización ha demostrado estar a la altura de este reto y de poder ir mejorando año a año. Ahora solo nos quedan unos meses para el Primavera, que se presenta muy fuerte con un cartel que ya incluye Pixies, King Khan, Pavement, Shellac y mucho más. ¡Nos vemos ahí!





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