Hace ya bastantes años, recuerdo una noche en que estaba yo jugando al billar al calor de un bar. Sonaba por la radio música muy plasta, y con unos colegas fantaseábamos sobre la posibilidad de crear un Ministerio de la Música que impidiese la publicación de canciones de mala calidad. De pronto, un sólo de guitarra me obligó a girar el cuello hacia el barman..."¿Qué coño es ésto?" Aquello sí era música, aquello sí merecía ser editado por el Ministerio!!

Johnny Winter ofreció en Barcelona un concierto impresionante en puntualidad pero justo de energía. Estaba anunciado para las 22:00, y un minuto después saltó sobre el escenario su banda, encabezada por el guitarra Paul Nelson, que preparó al personal con un blues eléctrico. Tony Beard, el batería, debía ser del mismo asilo que Johnny, pero tenía más energía que Jackie Chan. El bajo, Scott Spray, era un tipo rápido y contundente.

A las 22:09 apareció una de las últimas encarnaciones del guitar-blues-heroe dentro de un cuerpo frágil y envejecido por 64 años de vida intensa. Johnny Winter avanzaba a pequeños pasitos, dirigido por los demás músicos, y llegaba hasta su silla, de la que sólo se levantaría para los bises y al acabar el concierto. Con los ojos entornados, parecía como dormido, aunque la rapidez de sus dedos demostraba que estaba bien despierto.

Albino, sombrero tejano, tatuajes en sus delgados brazos, melena blanca, dedos largos y aspecto enfermizo, parecía recién salido de una película de David Lynch. Y Johnny cogió su guitarra, que parecía de juguete, como una mandolina de tuna, en realidad era su querida Lazer (coreana), más pequeña y ligera de lo normal, pero con un mástil tipo Gibson y una caja que sonaba a Stratocaster. O sea que de juguete nada.

Y empezó a desgranar su repertorio de boggie vacilón, baladas blues y R&B marchoso. Hizo sólos correctos, pero sin la fuerza incendiaria que le había caracterizado en los heroicos años 70's. Hubo temas propios y algunas versiones, como el super arrastrado blues "Blackjack" de Ray Charles, "Got My Mojo Working" o la estupenda y clásica "Johnny Guitar".

Uno de los mejores momentos fue el "It's all over now" de los Rolling Stones con la colaboración del guitarrista Paul Nelson. Cuando Nelson estaba sobre el escenario (desgraciadamente sólo intervino en tres temas: éste, la intro y el tema de cierre), el grupo sonaba a una auténtica banda de blues-rock, mucho más potente que cuando sólo se oía la guitarra de Winter.

Y así llegamos al descanso, sólo un minuto para estirar un poco las piernas. Enseguida Winter empezó a tocar con una nueva guitarra el "Mojo Boogie" en clave "slide". Luego vino otro momento grande con la versión del mítico "Highway 61", de la cual el propio Bob Dylan ha dicho sentirse orgulloso. Más músico de directo que de estudio, Johnny fué calentando los dedos y la voz conforme avanzaba el concierto, una hora y media de blues emocionante pero no impresionante. Después, Johnny se despide, se levanta y se va, aturdido, tropezando con los cables. El público de bluseros, hippies y puretas exhippies quedó satisfecho de haber visto a toda una leyenda.

Lástima que esta noche Juanito Winter no nos deleitara con su estupenda versión del "Jumpin' Jack Flash" de los Stones, una versión que Keith Richards consideraba superior a la suya propia. Johnny había tocado con BB King, Muddy Waters y Jimi Hendrix, pero desde esa época triunfal ya ha pasado mucho tiempo.