Con el ambiente de las mejores ocasiones y un llenazo hasta la bandera, se presentaba en Barcelona uno de los genios más creativos de la música del siglo XX, el ex Pink Floyd, Roger Waters, interpretando una de las obras cumbres de su antigua banda, “The dark side of the moon”.

Una gran pantalla que ocupaba todo lo largo del escenario y en la que se veía una antigua radio acompañada de una botella de whiskey medio llena, un vaso y un cenicero daba la bienvenida a todos los asistentes y daba paso al eje central y visual de la actuación. “In the flesh” fue el comienzo que desbordó a todos durante las dos horas y tres cuartos siguientes, partidas por un pequeño descanso de quince minutos. En esta primera parte recayeron canciones de “The wall”, “Wish you were here”, “A saucerful of secrets”, “The final cut”, “Animals” y dos temas de su carrera en solitario, uno de ellos reciente, “Leaving Beirut”.

Junto al bajista, una banda perfecta, formada por sus inseparables Andy Fairweather Low y Snowy White a las guitarras junto a Dave Kilminster como tercer guitarrista y haciendo las voces en los temas que Waters no canta en el disco. Jon Carin y Harry Waters sentados a los teclados, Graham Broad a la batería y percusiones y Ian Ritchie junto al saxofón formaban el resto de músicos. Y como no, tres coristas comandadas por la ilustre P.P. Arnold.

Tras el breve parón, la majestuosidad de “The dark side of the moon” se hizo dueña del Palau con un sonido de escándalo, perfecto hasta en el más mínimo detalle y con el sonido envolvente de 360º te hacía creer que estabas tumbado en casa escuchándolo con auriculares. Ya en los bises, de vuelta a “The Wall” con la soberbia interpretación de “Confortably Numb”.