Llenazo impresionante para ver a los reyes del thrash europeo y a una de las bandas más arriesgadas y con más etiquetas dentro de la escena extrema. Junto a ellos dos grandes promesas: Watain y Legion of the Damned.

Los alemanes a pesar de contar con una gran legión de seguidores, hacía tiempo que no arrastraban tanto público en sus visitas a la Ciudad Condal. Porque sí, el cartel con cuatro bandas y encima un sábado puede aclamar a más gente, pero estoy seguro que ellos por si solos también lo hubieran logrado, no hay más que ver el recibimiento que tienen cuando salen a escena en los distintos festivales en que participan.

Y claro, de nuevo lo consiguieron. Arrolladores, rodeados de motivos de su último álbum, “Enemy of god”, con telones que incluso flanqueaban los laterales del escenario, dieron un auténtico repaso durante 80 minutos a todos esos temas clásicos que todo el mundo quiere escuchar. Un repertorio parecido al que dieron en Wacken en el 2005 pero cambiando el orden de algunas canciones. Aquí comenzaron con “Violent revolution” y desencadenaron la guerra contra el enemigo.

En repetidas ocasiones hicieron uso de una pantalla en la que se mostraban desagradables fotografías de extraños seres con malformaciones, mutilados y de aspecto horrible. Ya en los bises, “Impossible brutality” fue acompañada con su respectivo clip y para acabar “Tormentor” nos mostraba imágenes de los primeros días del grupo.

Celtic Frost fueron demoledores. Con su amalgama de estilos que van desde el genuino thrash al death o del black al doom, nadie se puso de acuerdo en cual fue el mejor momento, cada uno tuvo el suyo, pero pienso que los temas más cañeros, “Into the crypt of rays” o “Morbid tales” fueron de lo mejorcito. Las partes más doom adormecían a los metalheads deseosos de saltar y gritar como posesos, aunque realmente el ambiente en el escenario se volvía mágico.