Palacio de los Deportes de Barcelona, 23 de febrero de 1984. Esta fue la gloriosa y última vez que Ted Nugent pisaba un escenario en nuestra ciudad. Ante la poca dedicación que ha mostrado respecto al continente europeo y no digamos a España, la incertidumbre y los nervios se apoderaba de sus seguidores, que respiraron tranquilamente cuando las luces de Bikini se apagaban y por fín ante sus ojos aparecía la bestia, la furia, el loco, la apisonadora de Detroit, Mr. TED NUGENT.

Cual marine americano salió al escenario desgranando unas notas del “Star spangled banner” y es que de fondo del escenario, de punta a punta, se hallaba un telón con dicha bandera, flanqueada a ambos lados por dos más pequeñas; la americana y la española. “Stormtroopin´” fue la encargada de abrir un show que duró cerca de dos horas y en que pudimos corroborar porque es uno de los guitarras más importantes que ha dado el rock.

Con una formación de trio, comprendida por la base rítmica de Dokken, Mick Brown a la batería y Barrie Sparks al bajo, formaron un muro sónico, típico de las bandas de Detroit, que hicieron mella en los oidos de los que allí estábamos. La ejecución de “Wango tango” y “Wang dang sweet poontang” justificaban el precio de la entrada, y entre consignas típicamente americanas, como esos saludos militares y las decenas de veces que se refirió al público con God bless you, no dejó tiempo para respirar con esas interminables muestras de desvarios guitarreros en “Dog eat dog” o “Motor city madhouse”, siendo la más aclamada, como no, “Cat stratch fever”. Entre medias una sorprendente y rockera “Soul Man”, que junto a “Baby please don´t go” forman parte del repertorio ajeno. Final apoteósico con “Great white bufalo”, y una lástima que faltara “Just what the doctor ordered”.