Un cartel con las palabras “Sold Out” recibian en la entrada del Casino del Poble Nou a un público expectativo por comprobar como el norteamericano Sufjan Stevens y su banda mostraban en directo el espectacular disco Illinoise y su disco de “descartes” The Avalanche. Las entradas en la reventa alcanzaban más del doble de su precio en taquilla.

Pero no solamente fueron de Illinoise (segundo disco y viaje detallista del estado de EEUU) y The Avalanche los temas que sonaron en la actuación, su próximo disco de villancicos Songs for Christmas y el primer Lp Michigan del proyecto “50 states” del norteamericano tuvieron cabida en el show.

Un escenario con 10 músicos, 9 de ellos convertidos en mariposas, y el propio cantautor dando forma a un cóndor, fueron la primera impresión que recibimos al subirse estos en la tarima. 5 vientos (trompetas, saxo, clarinete, trombón…), batería, piano, teclado y guitarras, fueron los instrumentos que se encargaron de transportarnos al folk, las operetas, las melodías sublimes y el desorden. Incluso el banjo sonaba delicioso, nunca un instrumento tan en decadencia y símbolo del más retrogrado folclore estadounidense ofrecía tanto a las melodías del norteamericano.

Temas como “Casimir Pulaski Day”, “Wayne Gacy Jr”, “Dear Mr Computer”, fueron los conductores de las historias de la infancia, los asesinos en serie, y los héroes americanos (Superman, Papanoel, o el Caballero Polaco), tanto es así que el escenario estaba plagado de muñecos inflables del superhéroe de Kriptón y el gordito de las chimeneas de Laponia.

Un cantautor con síndrome de Peter Pan, una facilidad increíble por componer melodías, y una exquisita habilidad por ordenar el desorden, son las singularidades que provocan que en esto del arte de la música, sea imprescindible tener en nuestras discotecas una disco del norteamericano, y una entrada de concierto colgada en el corcho de nuestra casa.