Como en el punto más cercano entre Europa y África, Radio Tarifa, logro revivir por momentos, la magia que tiene el encuentro de dos mundos tan lejanos pero tan cercanos a la vez. La cita fue en la Salamandra, donde las mezclas de sus músicas enraizadas en el folclor flamenco, árabe y sefardí, puso de presente, una vez más, que en la diversidad está el placer. El placer de reconocer varios de los éxitos más conocidos de este grupo madrileño, que nos introdujo, de la mano del Laúd y el Ney entre otras “flautas” de madera, en un melodioso aire árabe.

Sin embargo, la “euforia” del público se dio por las bulerías hacia la mitad del concierto, que imprimieron esa alegría y expresividad propia del flamenco, pero que no lograron cuajar la sensación de ser el superconcierto y más como se anunciaba en su cartel: el “último concierto”. Hubiera esperado mucho más.

Lo mejor estuvo en los bises. El sonido que no ayudo mucho, y por momentos, estuvo fatal, al final logro su mejor trabajo y permitió la presentación de dos temas llenos de expresividad, emoción y alegría, marca que en sus mejores tiempos, caracterizo a Radio Tarifa.

Fué justo al final, cuando se reanimó la presentación. El sabor de boca que quedó es que allí empezaba el concierto.