Eran principios de los años 60 y con tan solo 17 años ya tenía algunos éxitos en la radio americana. Parecía que se lo iba a comer todo pero una mala jugada del destino acabó con su exitosa carrera para caer relegado en un pozo sin fondo. A pesar de seguir trabajando regularmente, el éxito nunca le volvió a sonreir y junto a los problemas personales acabó visitando el infierno de las drogas. Y prácticamente así ha llegado hasta la actualidad, con un relativo reconocimiento en Europa, de hecho vive en Alemania.

A pesar de su gran talento, está considerado injustamente como un segundón y en vez de ser toda una referencia para músicos posteriores, parece que sea él quien recoga su propio legado.

En Luz de Gas se presentó con una imagen entre Van Morrison y Eric Burdon y realmente el aura del irlandés estuvo presente a lo largo de las dos horas que duró la actuación. Mitch Ryder aun conserva una preciosa voz y viaja con una facilidad pasmosa entre el blues, soul, rock and roll y funky y nos obsequió a los escasos asistentes con algunas gemas que no pueden dejar indiferente a nadie. “Jenny take a ride”, “Devil with a blue dress on” o “Shake a tail feather” son prueba de ello. También hubo tiempo para algunas versiones de Bob Dylan, Bobby Womack y su habitual “Heart of stone”.