Que juegue al escondite con su nombre – primero era Adrià, después Josep y ahora, simplemente, Puntí – no nos debería despistar. El gerundense, a pesar de sus múltiples re-encarnaciones, es el mismo músico y compositor genial que firmó algunas de las obras más importantes de toda la historia del pop catalán.
Poeta inspirado y exhuberante, continúa haciendo gala de un prodigioso dominio de la lengua y conoce como nadie el oficio de fabricar emociones, ya sea sentado al piano, con la armónica, o con la guitarra al cuello. Puntí no deja nunca de ser Puntí, ni tan solo cuando interpreta versiones de Neil Young o cuando emula la voz gutural de Tom Waits. Una película documental y dos discos simultáneos – uno en castellano y otro en catalán, como ya hizo con Umpah Pah- podrían romper un silencio de nueve años. Puntí vuelve, y con más fuerza que nunca.
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