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Mercury Wheels presenta:
WILLIAM FITZSIMMONS
+ KATE YORK
22:00h. ENTRADA: 18 euros. Anticipadas: 17,40 euros.
Puntos de venta: Fnac y Ticketmaster (902 150025)
William Fitzsimmons es una de las personas más extrañas que nunca podrás encontrarte y es el hijo más pequeño de dos padres ciegos. William se crió en las afueras de la ciudad del Metal, Pittsburgh. Debido a la incapacidad de su familia de comunicarse de una forma visual, la vida de William se llenó de miles de sonidos utlizados para suplir lo que los ojos no podían ver. La casa estaba llena de pianos, guitarras, trombones, pájaros cantores, discos clásicos, canciones familiares, cuentos para ir a dormir, y un órgano, que su padre fabricó con sus propias manos. Cuando los discos de su padre no resonaban en las paredes de su hogar, su madre lo introducía en el folk de James Taylor, Joni Mitchell, Bob Dylan y Simon&Garfunkel. Cuando acabó la escuela, Fitzsimmons ya era un joven versado en una considerable variedad de instrumentos, el mínimo respeto a las normas sociales, capacidades interactivas, y amplio conocimiento sobre vello facial.
El camino de William Fitzsimmons en el mundo de la música ha sido, como era de esperar, extraño. Abandonó su hobby, la música, para trabajar con enfermos mentales y buscar una mayor educación en el campo de la salud mental. Fue durante su último semestre de la facultad, donde empezó a crear canciones de nuevo (esa colección finalmente se convirtió en su primer disco). Tras conseguir su objetivo de convertirse en terapeuta, William se marchó, y regresó a su amor verdadero: componer y tocar música. Ese era su sitio: un espacio intermedio entre un terapeuta que compone canciones y un consejero que las canta. Ese es precisamente el lugar donde debe estar William Fitzsimmons: utilizando las canciones para hacer reaccionar sobre aquello que le preocupa.
WILLIAM FITZSIMMONS
+ KATE YORK
22:00h. ENTRADA: 18 euros. Anticipadas: 17,40 euros.
Puntos de venta: Fnac y Ticketmaster (902 150025)
William Fitzsimmons es una de las personas más extrañas que nunca podrás encontrarte y es el hijo más pequeño de dos padres ciegos. William se crió en las afueras de la ciudad del Metal, Pittsburgh. Debido a la incapacidad de su familia de comunicarse de una forma visual, la vida de William se llenó de miles de sonidos utlizados para suplir lo que los ojos no podían ver. La casa estaba llena de pianos, guitarras, trombones, pájaros cantores, discos clásicos, canciones familiares, cuentos para ir a dormir, y un órgano, que su padre fabricó con sus propias manos. Cuando los discos de su padre no resonaban en las paredes de su hogar, su madre lo introducía en el folk de James Taylor, Joni Mitchell, Bob Dylan y Simon&Garfunkel. Cuando acabó la escuela, Fitzsimmons ya era un joven versado en una considerable variedad de instrumentos, el mínimo respeto a las normas sociales, capacidades interactivas, y amplio conocimiento sobre vello facial.
El camino de William Fitzsimmons en el mundo de la música ha sido, como era de esperar, extraño. Abandonó su hobby, la música, para trabajar con enfermos mentales y buscar una mayor educación en el campo de la salud mental. Fue durante su último semestre de la facultad, donde empezó a crear canciones de nuevo (esa colección finalmente se convirtió en su primer disco). Tras conseguir su objetivo de convertirse en terapeuta, William se marchó, y regresó a su amor verdadero: componer y tocar música. Ese era su sitio: un espacio intermedio entre un terapeuta que compone canciones y un consejero que las canta. Ese es precisamente el lugar donde debe estar William Fitzsimmons: utilizando las canciones para hacer reaccionar sobre aquello que le preocupa.
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