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CYCLE
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21:00h. ENTRADA: 25 euros. Anticipadas: 20 euros.
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Cycle afirma su regreso con Sleepwalkers. Es su segunda entrega y un impactante álbum de expiación nocturna.

¡Aviso! Cycle ha vuelto. Con un disco intimidante, rotundo. También con algunos cambios. Personales, musicales y editoriales, tras su ausencia de casi dos años invertidos en proyectos paralelos. Por un lado, Krakovia, el más sonado, con David Kano entre una tropa mixta de techno-punks rockabilescos que sigue pateándose festivales y garitos. Por otro, Carlos Calderón, entre la producción de un montón de bandas y su proyecto electrodub, Parker & Bukowski. Y, La China, alternando la presentación del programa Ipop de Jesús Ordovás (TVE 2), cameos con Vanexxa, Spam o los Ferreiro y su debut en solitario (De Amor y Muerte, 07).

Pero, mientras esto pasa y la ciudad duerme, el incombustible Dr. Kane lleva meses recluido en su estudio (Rec Division), fraguando él solito la nueva estrategia. Su próximo golpe de mano: el futuro de Cycle. Un álbum que comenzó como Everything is broken y termina como Sleepwalkers, perfecta alegoría al noctívago Kano y al espíritu insomne y vehemente del disco. De un trabajo que no solo sale airoso del reto con su imponente antecesor sino que exhala una espesa sensación de nocturnidad y alevosía a través de un seductor ejercicio de tensión, drama, sexo y autocontrol digital y humano.

Flashback: primavera 2005. Un revuelo sacude el caber-mentidero indie. Es Cycle, una extraña sociedad electrónica que, tras pasar de puntillas por una multi (EMI), debuta con un soberbio manifiesto de hedonismo oscuro, Weak on the rocks (Subterfuge). Su irrupción triunfal cambia un montón de cosas y prejuicios industriales y viene a normalizar en la música oficial lo que era ya normal a nivel alternativo. Himnos de pista como "Confusion", "Apple tree", etc, y un no menos demoledor directo, catapultan a Cycle a un éxito comercial insólito para una industria nacional entrando en crisis.

Tenían todas las bazas. Espectacular sonido. Un formato electrónico próximo al rock y surcado de estribillos magnéticos, deudor por igual de Garbage, New Order o Sisters of Mercy y coetáneo del electroclash en auge. Un curioso contraste entre Luke - su inicial vocalista - y el sinuoso erotismo y coreografía robótica de Silvia (La China Patino). Y hasta enigmático glamour canalla. Todo esto los aupó a sensación del momento, avalada por premios serios como el Ojo Crítico (RNE) o diversas candidaturas oficiales.

Detrás estaba David Kano, una de las mentes mas ágiles y de mayor erudición electrónica que conozco. Un personaje hiperactivo, rebelde sin pausa, que lleva pinchando desde los 15 años. Entonces lo expulsaban de los colegios. Hoy es profesor de Audio y Midi en Formación Profesional y otro centro privado. Todo arrancó hacia el 2002. En Rec División, el estudio que comparte con su socio y cómplice, Carlos, ingeniero de sonido y guitarrista fanático de las válvulas analógicas y equipos de grabación vintage. Acababa de regresar de Londres donde residió mas de dos años graduándose en sonido. Era 1997: plena eclosión de Garbage, el Trip-hop, el techno europeo y el sarpullido de sellos alemanes
(International Gigolo Deejays, Kitty-Yo, Kompakt, etc.) que se suman a la dieta habitual de Kano (Bauhaus, Lords of the New Church, Front 242, Nittzer Ebb, etc.) y avivan la semilla de Cycle.

Una estudiante de Arte Dramático (Silvia) y un freaky neozelandés (Luke Donovan) completan la foto que, tras el fogonazo estelar de Weak on the Rocks, salta del Sónar al FIB, del Summer Festival a Sonorama, en dos años de gira sin fronteras que les lleva a Berlín (PopKom), Milán (Sforzesco) o Tokio en la edición nipona del disco. Así, hasta que Luke deserta, deja colgado al grupo, se hace hippie y se larga a las faldas del Himalaya donde reside gracias - supongo - a los royalties de Cycle. Un francotirador local, Zíclope, ejerce de interino hasta el fin de gira y desbandada general.

Para Sleepwalkers, David moviliza sus contactos y un enjambre de vocalistas de toda Europa se disputan el puesto. Matthias Freund, mitad del dúo alemán Codec & Flexor es finalmente, quien firma las letras y aporta al disco esa tensa inflexión existencial, fascinada por los tonos dramáticos de Jim Morrison o Andrew Eldritch. Otro debutante, Juanjo Reig, guitarra de Krakovia cierra ahora el nuevo quinteto. Aunque la mayoría de las guitarras están tratadas digitalmente, me apetecía incorporar otra más por el impacto que tienen especialmente en directo (David).

Sleepwalkers está diseñado con peculiar sentido cinematográfico, incluido el plano-contraplano de ambas voces en espléndidos duelos. Casi siempre alternando escenas (párrafos). La gravedad épica de Matthias frente a la acentuada sensualidad de una China con mayor protagonismo y provecho de sus cualidades. Como ese perfecto corto sonoro de mitología y pecado que es "Forbidden Fruit", por cierto, uno de los escasos temas que junto a "Beat me bust me" o "Let me down" nos remiten al mejor Weak on the rocks.

Sleepwalkers consigue lo mas difícil. Expandir el universo Cycle. Afirmar un sonido inconfundible donde da igual quien entre o salga. Que incorpora tupidas tramas digitales tejidas con vistosos bucles, tirones electrónicos y hallazgos próximos a la última oleada del electro europeo. De Alexander Rhida (Boys Noize), a Sebastian o Justice. Algo latente en piezas como "Insomniak", que incluye otra novedad, la mayor presencia de guitarras, especialmente en ese tremendo riff de twang digital tan ¿Orbital?. O, en "Dreamer", - homenaje confeso a Primal Scream - con sus interruptus rítmicos a lo Motor y sus coros sintetizados de Guille Mostaza (Ellos) con un final creciente, “extásico”. La nueva dimensión de Cycle.

Sleepwalkers seduce a fuego medio. Hay fondos crepitantes por los que discurren, descalzos, tórridos ballets de fatalismo y sexo ("Obsession"). Canciones fulminantes ("Back for good", "Dreamer") y melodías que estallan en estribillos letales. Sin artificio ni espectacularidad. Aparte de sus logros musicales, lo espectacular es como consiguen su esponjoso magma, la intrigante impresión de que las máquinas tengan cuerpo orgánico, palpitante, como sólo algunos grandes - Depeche Mode y pocos más - consiguen y su contenida intensidad, musical y emocional.

Sleepwalkers es sobre todo una esbelta proclama de agitación nocturna, hedonismo vital y sonido. Con mayor variedad rítmica: citas involuntarias al funk (la intro de "Phase") o humeante perfume bluesy en el tema central, con la voz filtrada de La China como protagonista hasta la explosión épica de "Freund", mientras el gótico de los 80 (Sisters of Mercy, etc.) sobrevuela indemne en "Survival of the fittest".

Escoltando la edición de Sleepwalkers, 17 destacados videoartistas de vanguardia, han diseñado sendas imágenes que acompañarán las próximas puestas en escena de la música de Cycle. Entre ellos, varios de los asiduos responsables de las visuales de festivales como el FIB. Artistas y colectivos como Tektum Visual, Entrelineas, Big Toxic, Forward, Imageln o Light Project que se encargan a su vez de la producción técnica de los conciertos.

Sleepwalkers es, simplemente, puro Cycle. Efectivamente, han vuelto... - J. María Rey
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