Cowboy Junkies. Crepúsculo de inquietudes susurradas.
"OPEN", EL ULTIMO TRABAJO DE LOS CANADIENSES, COMPLETA UN CICLO
VITAL. HAN VUELTO A LA INDEPENDENCIA DE SUS INICIOS Y AMPLIADO DE
MODO ORGANICO SUS HORIZONTES MUSICALES. SUENAN MAS INSPIRADOS Y
NATURALES QUE EN SUS DISCOS PARA GEFFEN Y, CUMPLIDOS LOS CUARENTA,
REFLEXIONAN SOBRE LA LEVEDAD DE LA EXISTENCIA Y EL FINAL DE TODAS
LAS COSAS.
Llevan desde 1985 sembrando las semillas del country alternativo,
moldeando la actitud ''no depression'', pero nunca fueron una banda
en la onda. Seguramente porque su parsimoniosa melancolía casaba
mejor con la tradición que la transgresión. Los hermanos Michael
(guitarra), Peter (batería) y Margo Timmins (voz), junto al amigo
de adolescencia Alan Anton (bajo), irrumpían en 1988 con su segundo
álbum "The Trinity Sessions", grabación espartana -realizada con
un solo micrófono, en vivo, en la iglesia que lo titula- que congelaba
ante el oyente la esencia del country primigenio en detrimento del
repertorio blues de su debut "Whites Off Earth Now!" (1986). "Trinity"
sigue siendo su obra de referencia, un elepé cuyos hallazgos irían
destilando en otros para RCA: "The Caution Horses" (1989), "Black
Eyed Man" (1991) y el más declaradamente rock "Pale Sun, Crescent
Moon" (1993).
No les sentó bien el traspaso a Geffen, donde registraron "Lay
It Down" (1995) y "Miles From Our Home" (1998), discos cuya producción
comprometía su pureza. La reapertura de su sello inicial, Latent
Recordings, les ha permitido autoeditarse "Open" (2001), que, como
cuyo nombre implica, expande su sonido desde la improvisación eléctrica.
Un álbum donde las hidrológicas metáforas del letrista Michael Timmins
analizan la madurez biológica: ''Me han dicho que así es la vida/El
que fue río salvaje es ahora mansa desembocadura al mar/El pico
por cuya escalada arriesgamos nuestras vidas se convierte en polvo
bajo los pies/La sabiduría de toda una vida se esfuma antes de que
la conozcamos''.
Vía telefónica desde su casa en Toronto, Margo cita a Patti Smith
y Emmylou Harris como modelos vocales, pero sobretodo ejemplos de
naturalidad. Su álbum favorito -"Nebraska", Bruce Springsteen-,
austero hasta la médula. Una interlocutora cordial, una mujer sin
misterios aparentes cuya cristalina, arrastrada voz da alas a una
banda que renace.
Habeis mantenido un éxito continuado sin
comprometer vuestra visión musical. ¿Suerte o trabajo duro?
Ambas cosas. Tuvimos mucha suerte con "The Trinity Sessions", el
primer disco distribuido por RCA, lo que nos proporcionó una cierta
integridad artística ante la compañía. Nos sentimos afortunados:
nunca nos dijeron como debíamos hacer nuestra música. Hicimos lo
que quisimos, algo inusual para una banda que empieza. Los únicos
problemas con el sello eran políticos, relacionados con el negocio.
Por eso nos fuimos, no por razones musicales.
Residir en Toronto cuando erais más populares
en EE.UU., ¿ayudó a mantener esa integridad?
Estar cerca de nuestras familias, no dejarnos atrapar por ese agujero
que es el mundillo del rock, ha sido positivo. También el hecho
de que somos hermanos. Si uno se apartaba del camino, los otros
le poníamos mirando a casa. Nos centramos en hacer música, que era
lo que nos divertía. Ser hermanos mantiene el enfoque musical, y
las decisiones extramusicales son más fáciles. Cuando el dinero
entra en una relación, sea una banda o un matrimonio, las decisiones
se complican. Uno quiere construir una piscina, el otro comprar
un coche. Ocurre lo mismo en un grupo: ¿queremos estar en hoteles
caros o en el Holiday Inn?, ¿un equipo de quince personas o sólo
cuatro? Siendo hermanos ha sido más fácil, pues venimos de unos
padres que nos enseñaron cómo gastar el dinero. No queremos ir en
limusina, preferimos la camioneta, es más práctica. Nunca tuvimos
dificultades a la hora de tomar ese tipo de decisiones. Podemos
discutir y hacer las paces a los cinco segundos, como cuando eramos
niños.
Las letras de "Open" son reflexivas, sombrías,
con un poso de latente religiosidad.
No somos practicantes, pero venimos de una educación católica. Una
vez entras en una escuela católica, te acompaña el resto de tu vida.
Nos hacemos mayores, nos planteamos la inevitabilidad de la muerte.
Y, cuando te enfrentas a la muerte, la religión juega un papel importante.
Hemos crecido con ese complejo de culpa. Mi marido y la mujer de
Michael son protestantes, se cachondean cuando nos sentimos culpables.
Y acabas preguntándote sobre esa influencia que ha regido tu vida,
si habrá sido buena o mala, un debate que dejo a gente más inteligente
que yo. Pero encuentro fascinante que haya marcado tan profundamente
nuestras vidas. No importa lo racional que seas, siempre sientes
culpa. El pecado, el cielo y el infierno. Es un buen tema sobre
el que escribir.
Además del nuevo álbum, Latent tiene en catalogo la recopilación
"Rarities, B-Sides And Slow, Sad Waltzes"
(1999)
|
|
"Estar cerca de nuestras familias, no dejarnos
atrapar por ese agujero que es el mundillo del rock, ha sido positivo.
También el hecho de que somos hermanos. Si uno se apartaba del camino,
los otros le poníamos mirando a casa" (Margo Timmins)
Lo que nos remite al folk y el blues primigenios,
vuestras fuentes principales.
Cuando buscas respuestas, sea en los tiempos del blues del delta
o en la actualidad, surge la religión. En las letras, Michael se
pregunta acerca de ciertas cosas de su propia vida. A veces son
historias que le han contado, o sacadas de un libro, una película.
Nunca predica, ni intenta cambiar el mundo; son simples preguntas
planteadas en forma de canción. Una religión tan fuerte como la
católica afecta la forma en que ves el mundo, por eso aparece tan
a menudo en nuestras canciones, y en este álbum en particular, pues
intenta comprender qué significa hacerse mayor. Hemos visto envejecer
a nuestros padres y morir a nuestros abuelos e incluso a amigos,
algo que siempre choca, que muera alguien de tu edad. Llegas a los
cuarenta y te das cuenta de que no vivirás siempre, lo cual te inquieta
bastante.
A partir de los cuarenta, el tiempo, que
estaba de tu parte cuando eras joven, empieza a correr en tu contra.
Esto no es algo malo en si mismo, simplemente algo que percibes,
de repente, cuando llegas a esa edad. Especialmente si tienes hijos,
se hacen mayores y te das cuenta de tu responsabilidad. Yo no tengo
hijos, pero sí montones de sobrinos y, cuando vuelvo de una gira,
han doblado la estatura. El tiempo pasa muy deprisa. La forma de
combatir la edad es mantenerse abierto ante la vida. No tener miedo
a hacer cosas. Si quieres hacer algo, ahora es el momento; cuando
tengas ochenta serás demasiado viejo. Como músicos estamos expuestos
a diario a muchas novedades. Nuestros fans me mandan libros y discos
constantemente. Cada noche estamos en una ciudad distinta, por lo
que es más fácil para mi seguir atenta al mundo. Es mucho más difícil
cuando estás cada día en la misma oficina y la misma casa. Y ya
no te digo si tienes hijos. Pero es importante abrirse y comprender
que hay otra música más allá de Beatles.
Sonais más crudos que en anteriores ocasiones.
Somos mejor banda en directo. Siempre me he sentido frustrada con
nuestras grabaciones, se pierde esa faceta más dura. Así que este
disco quisimos grabarlo en vivo, en el estudio. El método fue el
siguiente: componíamos algunas canciones y nos las llevábamos de
gira para tocarlas ante público. Al volver a casa nos metíamos en
el estudio, uno muy barato, y tocábamos. Si la cinta captaba algo
de interés o no era lo de menos, no había ninguna presión. Yo cantaba
mientras ellos tocaban, no era tan consciente. Odio tener que grabar
la voz sobre la música, sola, con todos mirándome al otro lado del
cristal. Lo detesto, no es natural. Cada álbum depende del presupuesto
que tenemos y del material a grabar. Estas canciones estaban muy
abiertas a la improvisación, era mucho más sensato grabarlas tocando
todos a la vez.
¿Cómo ha evolucionado tu voz en estos
años?
Principalmente he ganado confianza en mi misma. Proviene de la experiencia
y nuevamente la edad, pues ya no te preocupan ciertas cosas. Me
divierto más cantando. He leido que, a partir de los cuarenta, la
voz de la mujer se fortalece. No sé si será cierto o no, pero la
mía se ha abierto. Ahora puedo hacer mucho más que hace unos años.
He sido muy cuidadosa, al empezar a cantar enseguida supe que quería
conservar mi voz. Hay tantas cosas que pueden destruir la voz. Dejé
de fumar: a veces me muero por un cigarrillo o por echarle una calada
a un porro. Hago precalentamiento antes de cantar. No veo ninguna
razón por la que no pueda seguir cantando a los sesenta: no soy
Britney Spears, nadie se fija ya en mi ombligo. *
Copyright
RUTA 66, 2001 - Nº 177
|