Cuarenta y cinco años dedicados en cuerpo y alma al hard rock no son moco de pavo, y la banda del incombustible Dave Meniketti decidió que era una buena ocasión para marcarse una gira de celebración, en la que no faltara, al menos, un tema de cada uno de sus discos de estudio. Y&T vienen asiduamente por estos lares, y sus seguidores siguen acudiendo fielmente a la convocatoria, como sucedió igualmente hace justo tres años, en la misma Razz 2, donde ofrecieron un concierto demoledor. Esta vez, en mi opinión, no se llegó al paroxismo del pasado recital, pero que no quepa duda de que se trató de otra actuación sobresaliente, alrededor de dos horas en las que la banda californiana dio lo mejor de sí.

Igual que en su anterior visita, Meniketti, único superviviente de la formación original, vino acompañado de los infalibles John Nymann a la segunda guitarra, Michael Vanderhule a la batería y Aaron Leigh al bajo. Por supuesto, el grueso del repertorio sigue proviniendo de su época dorada, en la década de los ’80, y discos como el clásico Mean Streak, Black Tiger o Earthshaker siguen teniendo un peso indiscutible, como lo atestigua el hecho de que dieran el puntapié inicial con “Hurricane” (de Earthshaker) y cerraran la noche con el hímnico “Forever” (de Black Tiger). En medio, otros habituales cañonazos, como “Mean Streak”, “Midnight in Tokio” o “Don’t Stop Runnin’”, se mezclaban con medios tiempos de discos de menos enjundia, como “Face Like an Angel”, “Come In From the Rain” o “Sail on By”, pero que el fan veterano sin duda agradeció. Como era de esperar, las ovaciones más cerradas fueron para esos épicos “I Believe in You” y “Rescue Me”, ambos temas de Earthshaker, en los que Meniketti dio rienda suelta a su condición de guitar hero. Mención especial también para “Contagious”, canción del álbum homónimo, cuyo bonjoviano coro fue, valga la redundancia, coreado por todos. Aprovecho para aconsejar desde aquí el visionado de su ochenterísimo video clip, que no tiene desperdicio.

En resumen, alrededor de 20 canciones desgranadas en casi dos horas que pasaron en un suspiro, y que dejaron al público saciado de su dosis periódica de Y&T. No tengo duda de que volveremos a verlos en unos pocos años, quién sabe si celebrando el 50 aniversario. Allí estaremos.