En el verde entorno de la zona alta, entre azafatas, acomodadoras y patrocinadores varios, se presentaba la madrina del punk, quien a sus 69 primaveras y tras haber dejado una fenomenal sensación en su doble aparición en el Primavera del pasado año, iba a aparcar la celebración del cuadragésimo aniversario de “Horses” para ofrecernos una noche de grandes éxitos. Mientras MC5 o los Dead Boys sonaban en la megafonía de Pedralbes (quizás por primera vez), la grada fue reuniendo tanto a pretéritos fans que tuvieron que rascarse el bolsillo como a otros más pudientes fieles al cartel del Festival.

Rompió el hielo con “Howl”, el poema de Allen Ginsberg, recitando ante un silencio expectante este perfecto alegato de la generación beat, para acto seguido dejar que la guitarra del omnipresente Lenny Kaye diera entrada a “Dancing Barefoot”, y la Smith se volviera a mostrar como el referente que es, encandilando con sus atrayentes gestos y movimientos y con una punzante voz que no ha perdido un ápice de vigencia. Con una banda totalmente en forma que la acompaña desde hace lustros y donde también permanece el batería original Jay Dee Daugherty, además del hijo de Patti a la guitarra, desgranaron con un sonido impoluto otros clásicos como la preciosa “Frederick” (hubo meciones para el inmortal Fred “Sonic” Smith), “Redondo Beach” o una trepidante “Free Money”. Acústica en mano, también quiso recordar su primera vez en España, en la Barcelona del 76, y dedicar “Grateful” a su promotor Gay Mercader, quien la trajera hace casi 40 años. Una tribal y alargada “Ghost Dance” lució sobremanera bajo la noche barcelonesa antes de que la poetisa desapareciera de las tablas y Kaye tomara el mando para versionear a Byrds y a Stones, con una “The Last Time” que caldeó definitivamente al público y que hizo bailar a la intérprete fuera de los focos con la energía de una adolescente.

Con parte de los espectadores olvidando ya sus asientos y bailando ante la diva, la cual alentó a los mismos a desmelenarse cuanto quisieran pasando de los de seguridad, la recta final ocupó lo más selecto de su cancionero. La rockera “Summer Canibals” y “Pissing in a River” condujeron a la inevitable “Because the Night”, precedida por palabras antibelicistas de la norteamericana. “Land/Gloria” confirmó si quedaba alguna duda la enorme pasión que sigue poniendo Patti Smith sobre el escenario, el cual domina a su antojo, resultando quizás lo más emocionante e intenso de la noche. Para el bis, “People Have the Power”, fin de fiesta con himno intergeneracional, sacando la vena más rebelde y transgresora de la audiencia (harto difícil de creer en algún caso), para rubricar una nueva muestra de la capacidad de la artista para dar un completo repaso a su carrera, avalada por los años en el candelero y con total actualidad, profesionalidad y personalidad.